10.1.11

Prosa de Ana Guillot


La excusa fue el caldo, el mediodía desprejuiciado, el hervor. El hervor o la tentación de comer juntos, solos, desposeídos, lentos, perpetuables, desmemoriados. Si los dioses permitieron, permitirán. ¿O será que fueron ellos los que iban disolviendo las migas entre los dedos, entre los dientes, formando una tensión en el paladar, en los labios?
Esa boca, pensó. La boca de la hembra más deseada, esa boca que deja entrever lo que Helena esconde.
Están en la sala mayor, pero hay olor a caldo, a mar de albahaca, a verde. Pronto traerán la comida, y ellos están ahí, picoteando el pan, riendo. Los ojos no se detienen. Están ahí, hablando (poco), ¿de qué? ¿Qué se cuentan, qué se habrán dicho los que serán repetidos ad infinitum: la bella y el impostor, los dos desvergonzados, los amantes?
Poco dicen. Pero ríen bajito. Los ojos no se detienen. Él hace un gesto pequeño, y acerca la mano. Ella se corre el cabello de la frente, lo alisa detrás de las orejas, mueve un hombro. Los ojos no se detienen. Él ve mariposas en los pechos. Ella ve rubíes en la respiración de él, entrecortada. Los ojos no se detienen. Roban los fragmentos de mediodía cálido.
Hierve el líquido en el salón vecino, pero ellos no lo ven. Sería imposible traspasar las paredes, enterarse. Ellos huelen el mar de pura albahaca. No ríen ahora, y los ojos no se detienen. Es ella la del gesto pequeño esta vez. Como si la cabeza asintiera, como si no dudara, no dudará.
Ahora están de pie. Ya no permanecen sentados. Él se arrima, le tiembla en la cintura, le sopla las mariposas del pecho. Ella acaricia un rubí. Luego lo tragará. Más tarde se tragará la respiración de Paris. Durará todo el tiempo este mediodía. Durará hasta hoy, que podemos mirarlos nuevamente. Durará la frecuencia de la cita, de la perentoriedad de los destinos.

© Ana Guillot

2 Comments:

Anonymous betty badaui said...

La textualidad, la figura helénica y las descripciones tienen magnificiencia, casi se siente los olores a albahacas. Gracias por esta lectura, va un abrazo
Betty

12.1.11  
Anonymous Anónimo said...

¡Buenísimo, Ana!
Me encantó leerte.
Un relato lleno de todos los sentidos.
Buenísimo.

Un abrazo,

Alicia Márquez

17.1.11  

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