28.11.06

Texto de Pablo Mora


Oír el llamamiento

.................A la luz de Sun-Tzu y Roberto Juarroz

Oír el llamamiento y presentarse. En el patio de honor tomar el arma ˆ la lumbre genital en la batalla -. Celarla antes, después y en la faena. Alistarse. Entrenarse permanentemente. Partir de madrugada. Irse al frente. A primera línea o retaguardia, con trinchera o sin trinchera, enfrentando al enemigo fuego a fuego, defendiendo, atacando, resistiendo. Calada en el fusil la bayoneta, empuñar la destreza necesaria. Sentir el apoyo del certero impacto de los misiles - los ángeles custodios de la justa -. Oír rumores, nunca divulgarlos. Saber que el arte es una guerra en grande.

Hablar de vez en cuando de temas menores. Ir formando gestos, lentamente. Usar la propia mano como almohada. Trasplantar los recuerdos. Hacer correr un pedazo de oscuridad sobre otro. Recortar el espacio que queda entre las cosas. Sacar de circulación nuestra imagen. Cambiar la propia imagen periódicamente. Cambiar de imagen cada tanto como se cambia de sueño cada noche. Crear un marco para cada cosa. Cuidarse de poseer características ajenas a nuestro destino. Aceptar el precio de la justicia por rápida, segura, funcional y ordenada. Oír todas las verdades y todas las mentiras. Descifrar cuidadosamente cada una de las sorpresas vespertinas o de fines de semana, fin de año o fin de siglo. Cambiar de voz, de nombre y de oficio para averiguar lo imposible. Comprender la semiótica de las iguanas y las lagartijas.

Subir a la locura por la parte más accesible. Evitar aparecer en las páginas sociales de los diarios. Preparar el pensamiento para a los escamoteos de las cosas. Escapar de las miradas de los otros; después, de la propia mirada; luego, de la mirada de las cosas. Aprender a olvidarse del recuerdo. Desmadejar las líneas de la mano. Entremezclar los ojos y las cosas. Desencajar el silencio del sueño.

Recogerlo poco que existe y crear lo que no existe. Empezar a no reflejarnos ya en los charcos. Disolver para siempre nuestro grotesco oficio de encuadernar la nada. Rechazar cualquier condecoración. Adorar hasta la demencia la rebelión de Adán y Eva. Dar una vuelta a la palabra cuando haya moros en el cable. Tomar en cuenta las notables diferencias entre un Pontífice y un Poeta de la Liberación. Valerse de la ocasión para renovar las seguridades de alta y distinguida consideración.
Aprender afinar la guitarra con la puntería exacta del fusil para marchar al combate con el pueblo. Conocer los secretos de la lluvia y sus modales. Quebrar el hipnotismo de las cosas. Desenfrentarse de la vida y mirar hacia un ojo que no nos hipnotice. Inventar respiraciones nuevas. Inventar el regreso del mundo después de su desaparición. Llevar una mirada de repuesto o comprar alguna en el mercado: inventar otra mirada. Y si aún faltare algo, inventar también otra forma más concreta del hombre. Abrir el oído al ojo o echarle ojo al oído. Despertar al silencio de la vida.

Hacer silencio para darle paso a la luz. Colocar acento al tiempo antes de las palmadas de la muerte. Hundirse, hurgarse, ser, sentirse, serse. Dejarse ser, dejarse ser, ser, ser. Ser lámpara en la noche de la aldea. Escuchar el aplauso de los pájaros cuando revienta en diapasón el día a pesar del estruendo de las hambres. Tentar, medir, pulsar, darle tiempo al camino a que regrese. Saber de dónde nos sacó el hechizo y contar con la última embestida. Contar las cosas increíbles como si fueran reales y las reales, como si fuesen increíbles.

Reconquistar nuestro origen. Reconocer que no hay quejido mayor que el del amor. Estar atento al parte de guerra. Saber que existen caminos que no hay que seguir, ciudades que no hay que asediar o atacar, ejércitos que no conviene hostigar, preguntas que no hay que contestar y hasta órdenes que no hay por qué cumplir.

Saber lo estrictamente indispensable. Participar en el engaño, en el ardid, la situación o la apariencia. Llevar la astucia al máximo posible. Adaptarse a la situación, sobre todo a la situación ajena. Avanzar por caminos tan insólitos que nunca el adversario logre descubrir. Dar con el más vulnerable de los puntos. Batirse en retirada o perseguirla. Contar con la moral, el ánimo, el terreno, el clima, el mando, la ocasión y la doctrina.

Descubrir el esquema general del enemigo. Como el agua, adaptarse a las formas nuevas. Usar ataques directos e indirectos. Pulsar la ventaja y desventaja de la hazaña. Protegerse del árbol que se agita, del pájaro que se espanta, del polvo alborotado, del llanto de la bandera en el contrario frente.

Distinguir claramente entre terreno accesible, deleznable, angosto, accidentado, fronterizo, clave, convergente, difícil o mortal. Conocer al enemigo como a sí mismo para que nunca la victoria sea amenazada. Conocer las fuerzas naturales: el fuego, el risco, el agua por la escarpa. Contar con el agente secreto inevitable. Administrar pertrecho y proyectil.

Adelantar, vivir, sobrevivir. Resistir hasta el último combate. Cuidar con tiento cada retirada. Huir de frente, atacar de retirada, volver caras, triunfar en la derrota. Ir entre escaramuza y sorpresivo encuentro halando la explosión del lauro. Rechazar la sentencia de la muerte. Asumir alto el triunfo de la vida.

Blandiendo diapasones subversivos, llevar hasta la cima la bandera y desplegarla en rancho en cada aldea hasta colmar la lágrima del pueblo. Coronada la lucha, asegurar la militancia plena por la belleza y la verdad del hombre, como un golpe de amor en cada miedo, como un claro de tierra en la mirada de cada madre que se muera.

© Pablo Mora

1 Comments:

Blogger Gustavo Tisocco said...

Buen texto pablo, por la extensión del texto no se me permite poner otra letra más grande, ojalá la próxima me envíes algo más pequeño.
Un abrazo Gus.

28.11.06  

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