10.1.07

Poema de Renato Sandoval




Antes de volver a casa
-a dónde, dónde-
me recosté contra un terebinto
y soñé que de pronto moría.
Una niña pernituerta pintaba mis labios
con su sangre
mientras cantaba una copla
que me hacía olvidar el mar.
Un alce rozagante descendió del árbol
como un querubín navideño
y en su cornamenta vi inconmensurables calcetines
rezumando miel y mil regalos. La niña
hurgó en uno de ellos, extrajo
un paquetito y me lo entregó dándome un abrazo.
Era una clepsidra de esparto que en vez de agua
tenía sangre coagulada;
lo supe porque aunque la agitaba
con todas mis fuerzas
ese rojo negruzco de ningún modo se movía.
En ese magma, por cierto, estaba yo
diluido como en los tiempos en que era sólo un germen,
sin temor ni lágrimas entonces,
un humor sencillo y apaciguado.
Si seré un inicio promisorio, pensé
con la rebanada de mi frente;
tantas aventuras me esperaban
en este bosque que ahora me parece umbrío;
tantos goces,
suplicios
y fragores,
como cuando voy al trabajo
cada mañana.


© Renato Sandoval

4 Comments:

Blogger Gustavo Tisocco said...

La muerte como aventura,como nuevo despertar.

Buen poema Renato.

Un abrazo Gus.

10.1.07  
Blogger Avesdelcielo said...

Soñar la muerte es conjurarla.Escribir sobre ella es no dejarla entrar a la vida.
Felicitaciones al autor, también creador de neologismos.
MARITA RAGOZZA

10.1.07  
Anonymous Anónimo said...

Muy bueno tu poema, Renato, donde se conjugan lo pesadillesco con la vigilia de la realidad.
Felicitaciones!!!
Cariños
María Rosa León

11.1.07  
Blogger Unknown said...

Renato tu poema muy bueno, hace pensar y meditar sobre la vida y la muerte. Reflexivo. Tu amiga peruana, en poesía. Julia del Prado

30.1.07  

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