Poema de Victoria Asís
Sarabande II
El mismo escenario la conmueve, y las notas resbalan
desde el piano como cascadas, las manos lánguidas recorren
esa huella glacial y transparente.
Son dedos sabios, sensuales, al borde de las cadencias
que en sonoro regocijo, se disfuman en la sala.
Un adagio suena casi impertectible,
de esa mano de textura alada y baja, al centro mismo del placer.
Los sonidos de
El piano de Maksim, las cuerdas, los timbales,
se arremolinan junto al bajo y los oboes
la música, es la diosa, sacerdotisa
que invoca al rito tribal y milenario.
Suenan los acordes con extrema dulzura, y se confunden
con el fluir monocorde de las fuentes.
La noche se refleja en la pequeña cascada
y en un soliloquio solemne conjuga,
poesía, música y misterio.
4 Comments:
La perfecta conjugación de la belleza.
Un abrazo enorme Gus.
David Antonio Sorbille dijo...
Estupenda tu poesìa, estimada Victoria. Es un placer leerte.
¿Qué más se puede pedir en esta excelente conjunción de música, poesía y misterio?
Bellísimo tu poema, Victoria.
Felicitaciones y un fuerte abrazo
María Rosa León
Victoria: El adagio está presente en esa explosión de música que dice el poema.
Víctor H. Tissera
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