Poema de Bibi Albert

ABRAZOS GRATIS

Abrazos gratis.
Así decían los carteles
dibujados a mano
que a lo largo de la cuadra
-Florida entre Lavalle y Tucumán-
sostenían cuatro hombres sonrientes,
más bien jóvenes,
para todos los gustos.

No quise averiguar.
Supuse que me habrían abrazado
para pedirme algo, y prefería
conservar la ilusión
de una ciudad de abrazos gratis
verdaderos.

Pero nadie miraba.
Pero nadie miraba
o no querían ver, no fuera cosa
que les robaran celulares,
mordieran yugulares,
contagiaran un sida.

Abrazos gratis, ofrecían,
en una calle de empleados apurados,
yuppies grises,
mendigos exhibiendo
deformidades y muñones varios,
bailarines de tango
y mozos con deliveries.

Abrazos gratis para quienes no miran,
para quienes no viven,
para quienes no abrazan.

Nadie se detuvo a preguntar.
Los hombres abraceros sonreían entre ellos
como certificando que, no importa qué pase
-un elefante en sunga,
diez marcianos en zancos,
Gardel embalsamado-,
todos van con anteojeras por la vida.

Después supe
que no había otra intención en la campaña
que la de hacer la prueba
de compartir ternura,
de estar un poco menos solos,
de vencer el terror a ser tocado
por otro, un yo en otro cuerpo,
un ángel angelando.

Finalmente, tan abierta que me creo,
fui como todos ésos
a los que miro
con pena, con desprecio.

Cachetada en el alma.
Negro espejo.

© Bibi Albert