Poema de Olimpia Bordes

R E F U G I O

Contemplo las auroras promisorias
desmayadas de luz y de sonrojos
me baño en el rumor de las cascadas
y atrapo su caricia transparente.
Siento el abrazo inmaterial de una mirada
y el perfume sin par de una sonrisa
una mano tendida es un oasis
que fulgura en la entrega.
Las hojas son sílfides de danzan
en un bosque de sueños
las hojas no son hojas, son amantes
que danzan para el viento
Adornada con gotas de rocío
reptando su verdor y su frescura
buscando nubes, intentando cielos,
trepa sin pausa la hiedra enamorada.
Siento en la piel el beso de la brisa,
hay música en los cuadros,
hay color en la música envolvente.
Pájaros libres me llevan en su vuelo
a alturas infinitas.
Se precipita el velo del ensueño,
hay tortuosos caminos bifurcados
en súbitos senderos que estremecen
la bucólica paz y la belleza.
Hay hojas girando el desamparo
de una quietud dorada,
enloquecido viento que sacude el paisaje
como el atroz aliento de una bestia.
Agua cristalina que sustenta la vida,
calma que se agita sorpresiva,
ímpetu desbordado de corceles bravíos,
embate endemoniado
donde ruge la muerte
en oleajes furiosos.
Nefastas alimañas tras los muros
enarbolando guerras y torrentes
que arrastran sin piedad cántaros rojos
de sangre derramada
Monstruo que devora niños inocentes
con dientes de miseria y huesos evidentes.
¡Ay! ¡Como duele la angustia!
Pueden morir las flores
como muere la infancia,
puede el amor dejarnos
transmutado en ausencias.
Desazón, dualidades, antinomias, encuentros,
dilema descarnado de dioses y demonios.
Arpegios disonantes
que quiebran la armonía,
lágrimas infructuosas que humedecen los ojos,
abismal impotencia, vana porfía.
Ya no puedo hacer nada,
Sólo queda la espera,
El exilio fugaz de las distancias
y el refugio inmortal…de la poesía.

© Olimpia Bordes