Poema de Lidia Vinciguerra
Ella se sintió niña alguna vez
en alguna casa.
Alcanzaba ciruelos marginados de soles
la felicidad tenía ojos azules.
Basta decir ciruelos y el cielo de Benavídez
roza sabores en labios de niña,
merodea jugos la pequeña extensión de un árbol
bien plantado bien crecido
merodea jugos entre moldes de piedra y goces de ciudad.
(Siempre habrá una casa.
Y un Cristo colgado en alguna parte.)
En plena oscuridad.
En plena luz, incluso
puede vérselo resumido
bajo la debilidad de una vara de jazmines.
Siempre habrá una casa.
Y habrá un Cristo colgado en alguna parte. Siempre.
© Lidia Vinciguerra
Foto: Ariosto Uriel Hernández
4 Comments:
Lidia, me invadió de ternura, de nostalgia, de pensamientos este poema...tal vez porque es así, siempre habrá una casa, un cristo colgado en alguna pared. Un abrazo.
Lily Chavez
Muy bella evocación, Lidia. Siempre habrá una casa y un Cristo colgado en alguna pared y siempre habreá una voz poética como la tuya, que nos regale la magia de tus versos.
Felicitaciones y un beso grande
María Rosa León
La nostalgia de la niñez, esa que nunca nos abandona.
Hermosa forma de evocación la tuya.
Un gran poema.
Un abrazo
Los recuerdos emigran pero como las golondrinas vuelven,me pareció un punto referencial que casi nunca podemos prescindir de la orientación espiritual,es verdad siempre hay un cristo en algún lugar
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