Prosa de Aymer Waldir
INFLUJO
Percibo tu aroma, el que se propaga cuando caen tus prendas. Surge también de todo aquello que tocas por los lugares que vas pasando. Es cuestión de distinguirlo para quedar impregnado. Coleccionaba todo aquello que oliera a ti para intentar atraparte en la esencia de tu revelación; fue mi preludio. Alcancé a guardar tus indicios en una maleta que ahora no cargo porque detiene mi paso. Le puse en la etiqueta: “a nadie pertenece”; escribí claro su contenido y quién eres. Aún no la envío a uno de los sitios donde la esperan. Son tantos. No sé si abrirla y permitir que salga lo que pude capturar para que se disperse a su antojo, en busca de su destinatario. Ahora no guardo nada, apenas te advierto disfruto el encanto, pero lo dejo allí: a los cuatro vientos, sin ninguna reserva, para que se entere todo el mundo. Perdí el egoísmo. Y otras cosas. Dicen que la vergüenza. Desde qu e huiste de mí, mezcla de enfado y desprecio, cambié de pasatiempo; tuve que guardar inconvenientes, dificultades, circunstancias adversas. No había espacio para tantas cosas. Soplaron malos vientos que lograron cambiar el sonido que de mí salía. Un aire de aflicción hizo vibrar mis paredes. Soné y triné hasta que a mis penas se las llevó el viento. Tampoco ellas fueron estables o duraderas. Adentro sólo quedó el vacío y allí nada se transmite, ni el silencio. Tengo ahora distinto timbre, intensidad y altura. Mi canto es otro, pero su causa es la misma.
Distingo tu fragancia, la que derrochas ahora al desatar palabras. Huelo tu voz y quiero ver el fuerte latido, sentir la imagen pura que ofreces. Eras lo que sigues siendo. Presiento tu cercanía, la rosa náutica me muestra la orientación y fuerza de los vientos que me esperan si te encuentro. El diagrama me asegura agitación de aguja en las treinta y dos secciones que marcan los rumbos en que divido mi horizonte. Intuyo las coordenadas a las que me llevarás: Placer extremo. Ante él quiero plantarme antes de que allí me empujes. Llegaré anticipado a cavar un agujero buscando refugio; le pondremos un nombre para hacerlo mío y lo decoraremos juntos con tu tono, melodía y esencia. Ayúdame a depositar allí todo lo que me afecta y me conmueve, para ver luego cómo lo usas en mi contra. Será a su vez nido y fosa de la consideración en la que me resguarde. Lo cubriré de reflexión y le dejaré dos salidas, porque siempre hay dualidad, dos opiniones antes de perder el juicio.
Aquí te espero, practicando malabares con la esfera de la palabra. Fanfarroneando saber hacer lo que tú me dictas. Cuando nos encontremos de nuevo me moverán los vientos, todos los vientos. Pero no como una veleta, sino como un eje que pretende expresar lo que es la vida: este estado de cambio permanente, este suceder de inquietudes que nos deja quietos. Un morder perpetuo del pan de los ángeles, sin meditar en ello. Mis sentidos te esperan para que mis sentimientos sean presa fácil para ti. Pan comido.
© Aymer Waldir
4 Comments:
Mi apreciado Aymer gracias por colaborar con tu presencia en este mi pequeño espacio y por darle luz.
Un abrazo Gus.
Simplemente excelente!!!!!!
Aymer, un placer leer tu prosa, tus versos, tu manera de decir y expresar lo que sientes.
Me encantó.
Un abrazo, Migdalia
Aymer, un texto lleno de influjos, un placer leerte
Elisabet
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