Poema de Daniel Tevini
Los trabajos y los ocios que en Thomas Mann anidan
Reposo en las playas del Lido
con la sabiduría tendida de los muelles
bajo el albur de las vetustas romanzas
adormecido a la sombra del tedio
Y si recorro los canales
en las entumecidas madrugadas
y me pierdo vanamente en mí mismo
es que abomino de los dioses remotos
debatiéndome tras el cálido templo
de un cuerpo pleno de sí
Anoche
una balsa herida de adolescencia
me cerraba los ojos
Soy un espíritu moroso
que se deja poseer
y maniatar
por el perfume de tu aliento
y si en la humillación de mi letargo
consiento en una única labor
(vigilar
como un faro exquisito
como un guerrero célico
la castidad fugaz de tu mirada)
es que bebo en los atardeceres
el elixir de una luz en decadencia
y en mi sed
diariamente me condeno
Malditos los primitivos helenos
dados a cifrar la belleza
e intentar esa verdad contemplativa
que nominaron ocio
Maldito el Siroco
Malditos los dientes cetrinos de los gondoleros
Maldita para siempre tu belleza
Entiéndeme
no he de probar los frutos de tu boca
Sobre la mesa del Lido
frutillas brevas y uvas
me aguardan cautamente
en una cesta de mimbre
donde la peste duerme su siesta
como una cortesana
abúlica
celosa
©Daniel Tevini
2 Comments:
Bello poema Daniel, la belleza acechando y dejándonos quizás solos...
Un abrazo Gus.
Bellísimos los paisajes recorridos por Thomas Mann y bellísima tu expresión poética, Daniel.
Cariños
María Rosa León
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