Poema de Eduardo Quintana
Tarde tranquila
En la tarde tranquila palpita aún
el cuerpo hiriente.
De las músicas aún no escuchadas, de los
cantos dejados de ayer.
En la tarde tranquila se orilla el río
a los troncos, para que embriagados
de tanto sol, encuentren sus sueños
y por última vez puedan llorar.
Pero aquella hora a veces, era una gran horca,
que no se separaba del mar.
Esa tarde tranquila, despierta la angustia, abre
los ojos el miedo.
Quiero despertarme.
Aún peor, no lo siento.
© Eduardo Quintana
2 Comments:
Excelente poema Eduardo, cuando en cienrto momento aparece el desconcierto...
Un abrazo Gus.
Una tarde tranquila, de evocación y de sueño. Bellísimo tu poema, Eduardo.
Cariños
María Rosa León
Publicar un comentario
<< Home