Poema de Raquel Luisa Tepich
EL ANDÉN
Tardecita de verano,
estación El Ceibal,
Andén primero,
una multitud de pasajeros
se desplazaba de prisa.
El tren de Pilcomayo estaba arribando.
Impactada por el la belleza de una niñita,
morena, ojos azules e interrogantes,
vestida de harapos, con una muñeca
aferrada a su pecho , ofreciendo el amor
que ella carecía;
sentada en uno de los tantos bancos
deteriorados por la maldad humana,
a la expectativa de una dadiva.
Caminé hacia la diminuta niñita,
tomé unas monedas
y un paquete de galletitas de cereal
de mi bolso, se las entregué,
me sonrió, temerosa.
Súbitamente nos abrazamos,
olvidamos nuestras tristezas,
reproches y cuestionamientos a la vida.
El tren atracó, besé a esa muñequita
frágil y carenciada .
Subí los peldaños , crucé un pasillo,
tomé el asiento pegado a la ventanilla
la máquina se fue alejando, no mi desazón
e impotencia ante la desemejanza humana.
© RAQUEL LUISA TEPPICH
5 Comments:
Bello y emotivo homenaje para nuestra infancia castigada, que muchos no quieren ver...
Un abrazo Gus.
Muy bello tu poema, Raquel, con esa descripción tan vívida del paisaje y de su gente.
Cariños
María Rosa León
Hola y gracias por el comentario a mi poema.Un honor Gus de estar en tu blog
Abrazos y besos
Raquel
Siempre disfruto leyendo tus poemas, querida Raquel.
Cada alma se reencuentra en el otro gracias al Amor, Raquelita. Hermoso mensaje hay detrás de tus palabras. Un gran cariño y beso
Alberto Peyrano
Publicar un comentario
<< Home