Prosa de Alejandro Mauriño
.. Que las ondas del gran río hieran hasta el corazón del mar con un tatuaje que lleve tu nombre, pequeña musa clandestina.
.. Que la leche que aún no has dado al hijo hipotético o al amante prohibido, guardes para mi boca de poeta sediento.
.. Que la imagen de ingenua muñeca impoluta que cruza sus piernas entrelazadas, destroces ante mí cada lúbrica noche.
.. Que goces contra natura ante el espejo morbo de tu conciencia oficial y el placer desbocado te incite aún a mayores pecados.
.. ¡Que tu voz cantarina de ruiseñora etérea en gangosos sonidos espasmódicos bajo mí se transformen!
.. Que la luz de tus ojos almendras se turbe, explote, se embadurne, pida, entre cada uno de tus polvos obscenos.
.. Que tus ancas sean para mí montura perenne, el tren interminable, el señuelo, la libertad, el postre empalagoso de mi vida.
.. Que tus años escasos me encanten de tal forma que me permitan morir incrustado en vos, y no me importe un carajo.
.. Que muera, y tu sonrisa cómplice, y tus añoranzas, y tu hoyo, y tus areolas rosadas, y tu paladar, y tus axilas de primavera, y tus celos mensuales, y tu vello piel de durazno, y tu mirada perdida en los cielos rasos del mundo no me olviden por décadas.
3 Comments:
Concatenación de deseos, de pasiones sedientas, de cierto candor.
Un abrazo Gus.
"Morituri", esa certidumbre que a veces nos angustia y otras, reconforta. Bellísima tu prosa, Alejandro.
Un cariño grande
María Rosa León
¡Bravo! La fuerza de tu escritura, presente en textos inobjetables.
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