Poema de David Sorbille
El recuerdo del martirio
siempre es sonoro y triste
como una canción desesperada
que se escucha en todos los rincones
pidiendo ofrendas a la noche
como cuerpos sin tumbas
de poetas militantes
con nombres y apellidos
en tanto la memoria audaz
que los retiene en el tiempo
convoca reencuentros místicos
entre hombres y destinos
alrededor de una sensible imagen
dibujada para siempre
en la borra de un café
© David Sorbille
12 Comments:
Bello homenaje David a tantos que dejaron su voz, su alma, su cuerpo al servicio de los hombres.
Un abrazo Gus.
DAVID:
Conmovedora evocación de aquellos que supieron llorar en versos.... Muy sentido tu poema
Te mando un beso
OLIMPIA BORDES
David: sentido poema-homenaje. Sus voces navegarán el éter buscándose, escribiendo en papeles de algodón una nueva idea. Buen recordatorio, Laura Betriz Chiesa.
David Antonio Sorbille dijo...
Muchas gracias queridos colegas, el dolor no tiene ideologìa, es una pena que abruma y sòlo requiere de nuestra memoria.
Sus nombres y creaciones pervivirán generaciones, que jamás recordarán el que cobardemente les quitó la vida.
David, un merecido reconocimiento a quienes supieron defender la libertad y la dignidad del pensamiento, a través de la Poesía!
Gracias por compartirlo!
Elisa Dejistani
Excelente homenaje a nuestros hermanos ausentes, que siempre viven en nuestro recuerdo y regresan en su obra.
Gracias, David por compartirlo con nosotros.
Un fuerte abrazo
María Rosa León
Grandeza en las palabras evitando el olvido.
Gracias por tanta sensibilidad compartida y la eternidad plasmada en la borra de un café.
Sonia
Excelente homenaje para los que se quedaron sin voz, pero dejaron sus poemas cantando!
Un abrazo
Bello homenaje en este poema sin respiro que grita y conmueve como debe gritar y conmover, sin respiro.
Gracias
Alicia Perrig
retener en la memoria a los hombres y sus destinos. qué bueno. qué bueno, david. qué bueno sería recordar mucho más para repetir mucho menos. un abrazo,
roxana palacios
David: Aun desde la lágrima, se perfila la excelencia de la palabra.
Víctor Hugo Tissera
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