Prosa de Romina Cazón
El vaho de la patria ajena escribe un abecedario en mi cuerpo, parte del rito me extravía.
Dejo caer una pluma de metal en la hoja y ella cosecha miles de palabras que no entiendo. Desde el balcón observo a un indio que danza en la calle y sus pájaros lo enredan como un culto que se resiste a perder. Al lado lo miran las viejas que no tienen nada que hacer y los niños gritan lo que les pasa en la mente.
El resto de los indios deambulan buscando la patria, pero nada les devuelve la vida. Entiendo que la imagen se ha dañado con los años.
Desde lejos mi padre me mira, pensando tal vez que ya no volveré, pero yo no digo nada. Es la patria que ha escrito en mí como un indio que no deja de danzar.
© Romina Cazón
2 Comments:
Ojalá no existieran las Patrias ajenas, ojalá que sí persistan aún los indios.
Bello y conmovedor texto de exilios y nostalgias.
Un abrazo Gus.
¡Qué hermoso y cargado de significaciones, tu poema, Romina!
Parece tan fácil definir la Patria y tan difícil hacerla viva y presente...
Felicitaciones y un fuerte abrazo
María Rosa León
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