Poema de Fernando Sánchez Zinny
Petición para que el tiempo se detenga
Trasluz de congoja ilumina un descenso apagado
cuya canción escucho entre los hilos de la tarde.
No me dejes, amiga, ¡no me dejes!
Empedernido a veces, a tu lado reía,
rubio merodeador del gozo.
Te lo pido de nuevo: ¡no te vayas!
Después me transformé en fuego atardecido
que ardía cerca.
No apagues esa llama: ¡no la apagues!
Y amé a tu influjo el vino, el pan y las mentiras
pequeñas y amistosas,
enlazadas al abandono.
Resabios de tu albor me llevan otra vez a donde
duermen romanzas y doncellas:
mi amiga, mi alma: ¡quédate conmigo!
Y bebí en tu cintura que es un cántaro frágil
bajo el día celeste.
No me mires; tan sólo yo te miro.
Ansiosamente respiraba como un joven
en cerrazón de sortilegios:
no te alejes amor, aún no lo hagas.
A tu lado maduré una ternura altiva
muy próxima al quebranto,
desliz entre rumores aturdidos.
Hoy puedo recordarme, despojado, doliente,
sin ojos, sin caricias:
deja al menos tu pelo entre mis manos.
Quejumbre y cantinela, apenas pasos
de un numen que se interna en la espesura,
a buscar el olvido en que tu frente aguarda.
© Fernando Sánchez Zinny
1 Comments:
David Antonio Sorbille dijo...
Excelente poema, de un magnifico Poeta. Un gran saludo.
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