26.2.09

Poema de Marga Mangione


A pesar de las lágrimas...

Crepúsculos aterciopelados
coronan días ausentes.
Noches paridas con dolor
agonizan en mis manos vacías.
Auroras ignoradas se alejan sin amanecer.
Una mezcla de sensaciones
evadidas de angustias lejanas,
entristece el hoy, y empaña el mañana.
Crueles realidades mutilan esperanzas
que no se animan a ser.
Y los días pasan, con pena y sin gloria
dejando atrás, alegrías perdidas
en los huecos de la memoria.
Lo efímero se hace eterno
en esta soledad en compañía
que me desgarra y me fragmenta.
Una sucesión de minutos
amontona horas, días, meses,
que se convierten en años
y se acumulan sobre mi rostro
surcado por las líneas del dolor.
La experiencia se almacena
en las manecillas del reloj,
y éstas, convertidas en filosas espadas,
matan mi espíritu,
mientras mi cuerpo sigue con vida,
sin saber por qué...
Pero los crepúsculos aterciopelados
que aguardan auroras amanecidas,
siguen penetrando en mis ojos...
Y a pesar de las lágrimas,
¡no puedo dejar de admirar tanta belleza!
Entonces me pregunto:
¿Qué misterio hay en el alma,
que aún estremecida de dolor,
puede apreciar la hermosura de un atardecer?
¿Qué extraña sensación de esperanza,
escondida en lo profundo de mi ser,
alienta mi corazón,
y me incita a confiar en una nueva aurora?
¿Por qué ansío atrapar esa débil luz,
de un mañana incierto?
Será tal vez porque es lo único que existe,
para que a pesar de las lágrimas:
¡Aún amo la vida...!


© Marga Mangione