19.9.09

Poema de Norma Segades



Parir la lejanía.

La vida estaba ardiendo.
......... Iban los días
como cristales ebrios,
.........canturreando,
deshilachando soles erizados
con su alba de ceniza
.........y sus ocasos.
Iban los días,
.........lentos,
.........en la arena,
jazmineando horizontes,
.........destilando
el mosto enrojecido del verano
y la vida era,
.........siempre,
.........un fulgor desatado,
un concilio de lámparas agudas,
un racimo desnudo de milagros.
Porque éramos,
.........entonces,
.........la ternura,
una hoguera de amor,
brillos delgados
cuajando arquitecturas de panales
bajo la sombra antigua de los plátanos.
Pero la noche levantó en el viento
sus tinieblas de otoño amordazado,
sus espadas de luna y cicatrices
mutilando los sueños incesantes,
socavando corolas derribadas,
ensangrentando el vuelo de los pájaros.
Y así quedamos:
.........indefensos,
.........solos,
invadiendo de olvido los relámpagos,
hundiendo los colmillos en las venas
de todos los recuerdos,
clavándonos las uñas de humo amargo,
porque el amor parió sus lejanías
desde el útero azul de la distancia
y se marchó de mí
.........-piedra y silencio –
y,
.........nunca más,
.........volvió sobre sus pasos.

© Norma Segades

4 Comments:

Blogger Edilberto González Trejos - Autor said...

Norma, Gozo en tu dominio del lenguaje y como vas tomando al lector de la mano.
Asimismo rsuelves bien el cierre el poema.
Abrazo

19.9.09  
Anonymous Anónimo said...

"...y se marchó - piedra y silencio - y nunca más volvió sobre sus pasos." Magistral el cierre de tu maravilloso poema, Norma.
Te mando un beso grande con mi afecto y admiración.
María Rosa León

22.9.09  
Blogger Nerina Thomas said...

Siempre me pongo de pié, cuando te leo.
Brillante amiga!!
muchos besos

23.9.09  
Anonymous Anónimo said...

David Antonio Sorbille dijo...
Una poesía fenomenal, imperdible.

3.10.09  

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