Poema de Reynaldo Uribe
Arte poética
Yo no juego con la muerte.
No juego con los amigos que eligieron
esa forma solitaria del exilio
ni con mi padre o compañeros
forzados a la partida
con el engaño del regreso.
Yo llevo tranquilamente
mi alma en un plato
al almuerzo de los años futuros,
por encima de burlas y amenazas,
como hiciera Maiacovsky
cuando eligió su corazón
como último refugio.
No juego tampoco
con la locura, los gatos, los espejos,
o los sueños que vivo
con la intensidad de un sueño.
No podría jugar
con mi propio rostro en el espejo,
con la severidad con que me mira
o la sonrisa que rescata una mentira
y hunde cada pequeña traición
innecesaria.
Yo no juego con la muerte
ni con mis alucinadas reiteraciones
que frecuentan los paisajes de la locura
y llevan el territorio de lo posible
a esos abismos sin eco ni final,
sin bordes para que la mano o la razón
detengan la caída. No juego
con la muerte. No juego conmigo.
Hay horas
en que el silencio trepa los costados
de la noche y mis manos a oscuras
no encuentran el límite de mi propio
aliento. Hay horas, reconozco,
en que mi alma vaga de cuarto en cuarto
y observa mi cuerpo que duerme
ajeno a la requisa de papeles, de sueños,
de aquellos objetos que cuido no me toquen,
de esos rostros que ordenan mi memoria
y me ayudan a mentir en el recuerdo.
Reconozco también que hay horas
que transcurren sigilosas, atentas,
que caminan de sueño en sueño
de espejo en espejo, de rostro en rostro,
y recorren el vasto mundo por los techos
como gatos. Tal vez sea gato algunas horas
y la muerte me conceda ese deseo.
Pero yo no juego con la muerte que aparece
en mis sueños o mi biblioteca
las noches que comparto con la soledad y el alcohol.
Yo no juego con la muerte que me permite
visitar a mi padre y mis amigos,
que me deja hablar en sueños con los que
pronto irán de su mano, aparecerán
sin previo aviso entre poemas y papeles
o en el espejo al levantarme,
y volverán
solamente las noches que comparta
con la soledad y el alcohol.
Yo no juego con la muerte,
no podría tampoco jugar con los sueños
de antiguas amantes:
tanta ilusión guardada en la memoria
tanto amor que no cabe en la palabra amor
tanto placer que no sé cómo cabe en mi cuerpo
tantas mujeres que al fin fueron
la mujer
que comparte locura sueños abismo
espejos noches por los techos
mujer inasible y real
conformada por todas las mujeres
de las que recuerde su rostro
en el espejo.
La muerte me conoce.
Alguna vez me ha invitado
a esos dudosos paseos
de los que no se vuelve.
Pero sabe que por encima de burlas y amenazas
yo llevo tranquilamente mi alma en un plato.
Sin juegos. Cada uno en su lugar
disfruta el almuerzo
de los años futuros.
© Reynaldo Uribe
9 Comments:
Bienvenido Reynaldo a este sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos, mes a mes serás publicado.
Tu enlace ya está en el blog.
Saludos, gus.
Bienvenido Reynaldo!
Un poema excelente...espero que te sientas a gusto en este espacio.
Un abrazo
Es un gusto darte la bienvenida, Reynaldo, y leer tu poema en este sitio de Gus.
Cordial saludo
Betty
Una suerte de manifiesto poético de quien, como vos, no se toma la poesía y la vida como juego.
Excelente tema y perfecta factura.
Felicitaciones, Reynaldo y un fuerte abrazo de Bienvenida
María Rosa León
Bienvenido Reynaldo, gracias por compartir tu trabajo, todo un mensaje, la lucha y el sentimiento escrito con la tinta de la poesía.
Palabras certeras, que dejan pensando...
Felicitaciones!
Saludo cordial
Cristian Gentile
David Antonio Sorbille dijo...
Excelente debut, con una fuerza irresistible.
Un manojo de verdades, tu poema amigo.
Bienvenido a este país donde la poesía está con asistencia perfecta.
un abrazo
Para los que conocemos al vasco Reynaldo y su poesía desde los años setenta, esto es mucho más que un poema; es columna que vertebra una poética fiel a su propia vida.
Rubén Vedovaldi
Hermoso poema, Reynaldo, me encantó, y como dicen casi todos, ¡bienvenido a este sitio!
Juan Carlos Rodriguez
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