Poema de Carlos Adalberto Fernández
EN UNA BALDOSA
Qué tiene esa baldosa, que brilla incandescente,
Nada refleja. O sí, una luz interna.
Un recuerdo, una ofensa pendiente.
Un amor, un muerto, una rencilla eterna,
El brillo de un cuchillo aún candente.
Hay universos guardados en baldosas,
Concisa intensidad. No es requerido
Un espacio mayor sólo un latido,
un vaivén, un orden de las cosas
en el granito que, si amó, ha sufrido
Un tango con el ritmo encadenado
Al límite del espacio definido.
Dos seres que recorren un gemido
De la carne que late, lado a lado.
Una pelota, un pie, una pisada.
Un amague mínimo, un devaneo
Y un arranque fulmíneo, que fue gol, yo creo
En la vereda de baldosa alborotada
Dos guapos comulgando, en recio duelo
Espacio de cuchillos, cuerpos, muerte
Esperando que al fin un ser inerte
Se derrumbe, flácido, en el suelo.
Uno murió, tal vez los dos, no obstante
La baldosa guardará un recuerdo,
Congelado en la piedra, ya distante.
Una pareja fundida en la baldosa
Oscura y escondida de un zaguán lejano
Desmayan y renacen en esfuerzo vano
De eternizar un sueño, una efímera rosa.
Mi Buenos Aires late en universos
De baldosas finitas, qué ironía
Cada lápida, guía a los conversos
Buceadores del mito y la utopía
Donde está mi losa, Qué ilumina
Qué paso mínimo definió mi vida
Qué baldosa insomne resguarda y determina
Qué sueño, que vigilia, que lugar, qué herida.
© Carlos Adalberto Fernández
2 Comments:
Qué poder de síntesis cuando se guarda en una baldosa toda la vida.
Sensiblemente, Fanny
Exacta pintura de un momento. Y la baldosa, brillando.
Bello poema.
Estoy leyendo tu libro de cuentos y me encanta.
Un abrazo,
Alicia Márquez
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