Poema de Eduardo Chaves

UNA RAZÓN

Día tras día
en la invariable terquedad del tiempo
me he ido repitiendo con la minuciosa impaciencia
de creerme posible o al menos, comprobable.
Sin el dulce talento del asombro
ni la débil confianza de pensar que mi fe
..... sobra y alcanza
para mover una montaña
he abierto el anzuelo de los graves milagros
y olvidado la triste responsabilidad
de mantener en orden la lámpara del alba.
Esta rara avidez por la sombra oportuna
es mi batalla mínima en la que muero irremediablemente.
Pero llevo la cruz del renacer
la cualidad impropia de la resurrección.
Soy un dios cotidiano al que nadie convoca
porque no vende reinos ni augura que el silencio
es la próxima victoria.
Muy alta está la luz para mi duda humana y terrenal
creo que una montaña detiene la fe de muchos
creo que el cielo es algo muy lejano e incierto
y por eso he perdido el privilegio
de heredar el antiguo y el nuevo testamento.
Sólo me tengo a mí, lo que no es poca cosa.
Lo máximo que aún deseo lo tiene tu mirada
tu mirada
que ya lo dice todo sin decir casi nada
y lo dulce es la dicha de seguir repitiéndonos
de seguir repitiéndonos
........ de seguir repitiéndonos
con la tenaz sabiduría y la minuciosa impaciencia
de creernos posibles o al menos
..................... comprobables.


© Eduardo Chaves