Poema de Hernán Beltramo Ríos

Ferocidad

Anido detrás de la angulosa arista
de una pata de madera
lustrada como un muerto importante
atestiguando el frío cercano de una puerta
con las falaces luces ambarinas.
Abarrotado de la tinta negra que es mi guía
y el fugitivo café yaciente en un rincón.
En un rincón incompatible con yertos paraísos,
donde la fría comisura de mis labios descansa
sobre la vainilla de unas baldosas ficticias.
Y mi cuerpo pequeño con atisbos de gigante
serpentea el llanto de la pecaminosa mente,
inmaculada y virginal, rosada y gris,
hasta correr inmerso en las frías sábanas,
protegiéndome de un mundo polvoriento y
de los ruidos cercanos de pasos conocidos,
de pasos desnudos, apresurados, eyaculados.
Entonces un hombre se desliza gozoso
y una mujer abraza la almohada como a una
amarra.
Y mis hermanos que aún duermen.
Y mi perro descansa nieblas por sus fauces.
Y me expongo atroz a un planeta secuencial.
Y vuelvo a encontrarme conmigo,
con ese yo detrás de la puerta despintada,
o quizá sobre un colchón hundido,
como un niño que ha partido para siempre.

© Hernán Beltramo Ríos