Mónica González Velázquez
La vida como un pedazo de cable unido a la tierra
I
No me dirá, una sola palabra
apenas sus labios enmudezcan.
El brazo rígido, la cara pálida
me pierdo en sus pupilas de fuego.
Creerá que fue un sueño
todos sus recuerdos han desaparecido
su cuerpo lánguido gravita en la almohada.
Miro sangre correr por su boca
me ha contado que es caliente y espesa.
Trino de cuervos, su voz apenas reconocible
coros desesperados que los dedos tensados dirigen
alto clamor, percusión de contraltos
progresión melódica, ráfaga hasta el destello
tenacidad grave del arco y la lira.
volar, volar, volar...
sobre un páramo que nunca existió
aciagos campos de luz en el hemisferio, donde sus sueños habitan.
Viaje insólito de mareas arremolinadas
surca sus orillas con el cuerpo plateado
en una danza prominente.
Sus días son altos precipicios de paredes blancas
donde el tiempo transcurre en citas semestrales
y la vida como un pedazo de cable
unido a la tierra que no le pertenece.
En la fulminante experiencia
navega sobre nubes de terciopelo
turquesa es el color sobre los párpados
vuelve de sí sobre pasos vacilantes
y lluvia intermitente en las entrañas
(sombra quieta, en el rellano de la escalera)
¿Quién en su nombre, contará la historia fragmentada?
Antes y después del gran mal
una vez más, la vida se escribe en la confusión de sus ojos.
Yo le ofrezco dulces de anís y amaranto
cuentos insólitos, cine de antaño
cante hondo, romero perfumado
y el brillo de todos mis astros.
© Mónica González Velázquez
1 Comments:
Volar volar volar...dices
Este cable-rizoma facticio
¿Quién lo hizo?
Todos nos atamos y desatamos
a nosotros mismos,siempre.
Recibe un saludo,Mónica,desde Zamora,Michoacán,del árbol José Enrique Ramírez Aguilar
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