Poema de Paolo Astorga
HÁBITAD
Había una salvaje envestida de violencia
cuando abría los ojos
y miraba la acera muerta
totalmente roja y abrupta,
un silencio que rugía en nuestros hombros
debajo de las horas de la infancia
mientras mi abuelo era pateado por un oficial ebrio
y no podía abrir su boca
embarrada de tristeza
sangre.
Nadie tocaba nuestra piel derretida bajo el sol de la ciudad.
Sólo la acera estéril humeando en nuestros labios
recordaba la sangre derramada entre las nubes,
nuestra casa apedreada por suicidas.
El hambre agonizaba sobre el sombrero vacío de mi abuelo
mientras tocaba su viejo violín
y el mundo se detenía
para olvidarlo sobre aquella pared que empezaba a pudrirse
como una sombra.
De: Rehenes del silencio
3 Comments:
Poema ambiguo Pablo, cargado de dolor y curiosamente de una gran belleza.
Un abrazo Gus.
Muy hermoso tu poema, Paolo. Con toda la fuerza evocativa de la memoria.
Cariños
María Rosa León
Fuerte este poema, hay una pluma fuerte que traza palabras con energía y a la vez nos inunda de tristeza.
Elisabet
Publicar un comentario
<< Home