Poema de Daniel Tevini

Exaltación de Dionisio

Carros postrados a la barbarie del mar
dados a soñar la noche
las islas
los carnavales
consienten vagamente
en dispensar los equipajes y a los hombres
Embalajes brunos
y caballeros atados a oscuras liturgias
que cruzan las hordas de góndolas
por la grave curva de los puentes
Sobre la ribera de Santa Lucía
tras el vaho inmensurable de la niebla
tiesos velámenes de sangre
custodian los ritos de Momo
Los carros somnolientos
orillan las lindes del continente
trasmutan la soberbia de una Italia padrona
en la veneración servil
de las aldeas fatigadas
Ya en Venecia
por sus arduas galerías
en la cintura exigua de sus calles
la noche se libera de cenáculos
y bajo los frontispicios de las casas ducales
los legos de la Comedia del Arte
sus acólitos
inquietan el polvo
huellan las losas del Rialto
se fugan a la isla cementerio
hacia su aquelarre

Mas tarde
atrapados
en las cárceles del alma
sus máscaras herejes
como espejos salvajes
danzan en círculos odiosos
cerrados
esféricos
ciñendo una hoguera de niños
Las comadres chillonas
cierran con mesura los postigos
y en las tabernas humeantes
la risa de los necios
retumba en el Adriático
como un incendio de timbales
El cielo se espesa en una línea
que es el límite y la curva
del ala de una plaga
que vuela lacerante desde el Hades
Venecia
respira lentamente
con la humedad de los fuelles
que oprimen los sedientos fraguadores
Una luna glacial
se desvanece
tras los frondosos canales
donde los sátiros afilan sus cornamentas
y en la oblación de las orillas
un dios
desnudo y extranjero
cautamente
se despierta

© Daniel Tevini