10.10.07

Poema de Irene Zava




A LA CAIDA DEL SOL

Avanza entre espinas y lavandas.
Bifronte, cebolla y azufre no lo contaminan
El viento cruje en los postigos.
hace imposible sostener tanta reliquia.

Como al acecho, el pétalo blanco
muerde a la criatura.
Animal manso no lame sus heridas,
apenas esparce el perfume
de las pérdidas.

Abre los brazos para sentir el sol.
Desde lo profundo, regresa a su cordura,
disipa huellas en la hojarasca.

Atardece, y es otra vez una
y la misma.

© Irene Zava

2 Comments:

Blogger Gustavo Tisocco said...

Dejarse ser sol para renacer...
Bello poema.
Un abrazo Gus.

10.10.07  
Blogger María Rosa León said...

Muy bello tu poema, Irene. Es una pintura excelente del paisaje exterior y del interior.
Un cariño grande
Maria Rosa Leon

10.10.07  

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