Poema de Alberto Peyrano

MIS SINSABORES

Debajo de la piel,
mis sinsabores navegan buscando su puerto.
Sólo tienen uno: mi corazón,
incansable cerbatana que no transige,
para devolverlos de nuevo a la naturaleza
y catapultar con ellos
a la esperanza fallida.
Mis sinsabores no encuentran su camino
y a veces revolucionan mis entrañas
para hacerse presente las tardes de domingo
como si en ellos hubiera yo metido
lo que me oprime, lo que no grito,
y que les da fuerza,
fuerza de poema,
fuerza de luna llena sobre las aguas
del mar.
Me contemplo a mí mismo
cargado con ellos,
sucio, agobiado, cansado y desnutrido,
alimentándose de la continua
permanencia
de mis mañanas
y de mis presentes desavenencias,
empapando mis insomnios
como fantasmas,
marcando un duro y parco ritmo
de colmena olvidada
que no ha perdido a su reina.
Pacté con ellos la tregua diluida
en esperas de abriles,
que el tiempo siempre aventa
contra los ocres paredones de mis
setiembres.
Pacto inútil
que mixtura mis lágrimas con los
azules de mis noviembres.
En este atardecer tranquilo
después de deambular por siglos mis sinsabores
me pregunto, errabundo,
ojeroso, habitante silente
de la gris calavera de mi sueño vacío,
si esa cosa doliente
sin forma definida
que ha quitado hasta el gusto
de mirarme en las flores,
en las ramas del árbol,
en el ave que canta,
esos, mis sinsabores
-viejos sueños vencidos-
no son mis compañeros en la ruta postrera
que ha secado mi lengua
y ha llenado mis cuencas
de malezas impías.
Volveré la cabeza una vez más,
persistente gesto de mi alma imprudente,
para ver si me siguen por mi viejo sendero
y allí donde el ocaso agoniza mi día
con rayos solferinos
me hundiré para siempre con ellos
y conmigo.

© Alberto Peyrano