22.2.08

Poema de Luis Benítez


LA TARDE DEL ELEFANTE

.....A mi amigo, el poeta Nicholas Stix,
.....en donde quiera que esté.

¿recuerdas, nick, la tarde del elefante?
tú estabas abrumado por el enésimo rechazo
que esa mujer casada madre ya de cuatro hijos
te había propinado por teléfono
lo único que te daba desde hacía
entonces once años
al menos
cuando era soltera te lo decía en la cara
y estabas irritado de veras enojado
porque llegué una hora tarde
y te dejé solo en la enorme nueva york
por otra hora más entregado a ti mismo
ni mi taxi ni mis disculpas calmaron
tu rabia anglosajona
decias sólo se está solo en las grandes ciudades
¿te acuerdas, nickie, de la tarde del elefante?
muchas lluvias y nieves y pisadas
de zapatos italianos y de zapatos deportivos
pasaron por esa esquina del village
pero ella no ha olvidado todavía la tarde del elefante
tú me sermoneabas en tu álgido inglés
sin darte cuenta de que yo también estaba derrumbado

y entonces esa enorme sombra

hablabas del tedio de las ciudades
del aburrimiento amarillo que se pone
al oeste del puente de tu brooklin
y de las mujeres jóvenes que cruzan solas
y en ómnibus los laberintos sedosos de central park
rumbo a esos cuartos donde la calefacción les falla

y entonces esas pisadas majestuosas

hablabas de que no te habían incluido en esa antología
y decías que el marido de ella era calvo
seseoso y que dibujaba historietas
el tonto de los cómics repetías
el tonto de los tebeos repetías
mientras la gente
siempre está alerta la gente
dejaba corriendo la acera
tumbaba las sillas
y olvidaba a los niños en su loca carrera
decías que la rutina es una vieja ciega
que mendiga monedas por bond street y por harlem
y que cada persona la recibe en su casa

entonces ese gordo la mole
se quedó parado cerca de nuestra mesa
en la esquina desierta mientras el cajero
temblando llamaba a la policía

cinco mil kilogramos de pacífica selva
aplastando el asfalto una inmensa epifanía gris
de cuatro metros de alto y esa trompa curiosa
con un dedo en la punta
que probaba las frutas de las mesas caídas
y revoleaba jugando los manteles manchados

aplastó en su huida de algún circo o del zoo
a esa vieja mendiga que a la gente oprimida
acongoja en su casa
nos miraba sin miedo como todas las cosas
que sonriendo repiten soy amigo del hombre

© Luis Benítez

5 Comments:

Blogger Gustavo Tisocco said...

Dolor, soledad, bronca y cierta melancolía en esta jungla que siempre aguarda.
Un abrazo gus.

22.2.08  
Anonymous Anónimo said...

Tu poema me asombra, Luis. Dentro del aura de fina ironía que irradia todo el poema también hay algo que provoca la melancolía, el deseo de irse a caminar bajo la lluvia, de encontrar inesperadamente a un amigo al cruzar una esquina y de abrazarlo largamente por esas cosas de la vida que se fueron... Te invito a un café, ¿bien?

José Manuel Solá
[Puerto Rico]

22.2.08  
Blogger María Rosa León said...

Una pintura perfecta de la soledad entre multitudes que se vive en las grandes ciudades y una historia para recordar, Luis.
Un cariño grande
María Rosa León

22.2.08  
Blogger Avesdelcielo said...

La selva de las grandes urbes con su soledad y sus personajes urbanos, entreverándose en una historia contada en clave de maravilla.
MARITA RAGOZZA

29.2.08  
Blogger Ana Mercedes said...

Se impone la libertad de retomar las riendas de la propia vida, dejando a tras la rutina, las quejas, la frialdad de la urbe...
y detenerse por un instante y notar que hay alguien que sí nos considera y se envuelve con uno.

un placer leerte.
Ana

1.3.08  

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