Poema de Paulina Vinderman
El mundo se escribe en manuscrito,
dice el monje señalando mi cuaderno y se mueve
en la tiniebla como un bailarín, buscando
una lámpara.
No pregunta quién soy, no le importan
mis mapas pegados con scotch ni mi sonrisa mustia.
Me dará un té oscuro para la oscura fiebre
(¿cuánto tarda en curarse un corazón quemado?)
y un mosquitero.
Dulce tafetán verde,
el cielo es una tajada de río que
pone distancia a la comprensión.
Sólo entiendo a la lluvia
cuando cae sobre el calor como una mano flaca,
como témpera sobre el papel, arrugándolo
todo en la vigilia.
Solo entiendo a la soledad
como un lenguaje que habla por su cuenta,
así mi piel enamorada una vez,
así la prehistoria de un sueño.
Caigo en el fondo de la noche y
se disuelve lo que escribo
(una vez me dijeron te quiero en el fondo
de un taxi.)
¿Qué recordaré cuando regrese?
El chillido de los insectos.
La música irremediable del dolor.
La suavidad del mosquitero,
la suavidad de las reglas de vida.
La vanidad oculta de mi lágrima.
© Paulina Vinderman
5 Comments:
Cómo un mirarse/superarse/conocerse pese al daño.
Una belleza.
Un abrazo Gus.
Bellísima pintura de un paisaje que proyecta el paisaje interior, Paulina.
Un cariño grande
María Rosa León
Bravo Paulina subyugante poema!!!
Elisabet
Un comienzo casi medieval a través de la escritur de los monjes, y luego un llevar suave y maravillos a los hondos recovecos del alMA
Estupendo poema.
MARITA RAGOZZA
Pareciese que el alma se esconde entre las palabras, quizás, en el fondo de ese taxi.
Un poema vivido, excelso en cotidianidad.
Gracias Paulina. Mis saludos y un cariñoso abrazo.
Andrea Álvarez
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