Prosa de Mónica Palla y Daniel Marino
de blanco a blanco el hombre encarna su palabra en el cuerpo esclavo caes piel y tierra conjugadas pesadas cadenas de barro te levantan y te arrastran erguido torbellino de invisible quietud caminas el vigor que a la voluntad trasciende solitario los tuyos son camino solitario escuchas sinrazones multitud es el único número de tu marginal existencia en cada cuerpo estallan pánicas palabras de pánicos mortales escuchas solitario penas murmuradas caóticos azotes a nadie mira el hombre que ciego huye del encuentro con la vida a todos sentencia y con espanto castiga juzgado por su propia ley el vacío lo llama y una soga al cuello lo retiene el temor corroe tus entrañas el riesgo no muere el salto empuja tu vacilante equilibrio hay cuerdas que a los maderos quiebran que a los puños abren cada paso es salto fatal salto en lo oscuro el párpado es pesado como un manto de horror a nadie miras cuando las manos del espanto rodean tu cuello cuando tus propias manos rodean cuellos hermanos eres aquel hombre que denigras y perdonas con tu propia ley tu silencio es sordera tu mutismo estupor eres aquel hombre que perdona tu sentencia tu vara te alcanza y te azota eres aquel hombre que sonríe a tu vano dolor necio entre los necios despiertas y contemplas la luz plateada de la noche lunar ardiente claridad inquisidora hay un círculo que al vasto blanco no encierra y que al hombre permite mirar inclinas tu cabeza tembloroso y una mano anónima acaricia vulnerable tu rostro y eleva tu mentón y al firmamento te entrega lágrimas blancas olvidos eternos no hay vergüenza en el camino cuando el minúsculo paso inicial ha sido consumado de blanco a blanco la vida sonríe y la muerte acompaña
© Mónica Palla/Daniel Marino
2 Comments:
Bello texto donde el renacer al final de todo es la verdadera eternidad.
Un abrazo Gus.
"la vida sonríe y la muerte acompaña." Bellísimo y profundo texto.
Un cariño grande
María Rosa León
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