Poema de Luis Benítez
BEHERING
En cada uno de ellos era muchos un hombre.
Eran más todavía. Traían la industria de las armas
y el reno rojo, como un bosque ondulante
y detrás el lobo que, en una mañana ya añejo,
sería el perro de la hoguera y de las sobras,
el sirviente blanco.
Eran muchos, no un hombre.
Vagos sus nombres
se referían al viento y a los tótems,
a un hecho que pasó en un nacimiento,
el deshielo que ahogó
o el meteoro fugaz que ardió en la tundra
o la muchacha audaz que en mar abierto,
salvó a su hijo de la cólera brutal de la ballena.
Sus dioses eran el salmón
que cada año retorna como el año
y que va al mar y el oso pardo,
una montaña que muge
y que el filo de lanza abate,
y el pesado bisonte y el tigre rayado,
que se quedó en Siberia
y que la manta del navajo evoca:
extranjeros, ellos serían América,
la múltiple figura que no supo Balboa y que Pizarro
abandonó a la imaginación de un franciscano.
De hueso, no de madera y de noche
serían sus dioses ni de la piedra
que labran los pueblos de una tierra supuesta,
entre la niebla de sus transmigraciones.
Eran crueles y antiguos como el Asia;
fundarían imperios en la aurora y en México,
reinos en Bolivia, fortalezas
donde un signo inequívoco mostrara
la voluntad de estos dioses:
un águila en el aire arrebatando la serpiente,
un árbol singular, como un recuerdo
de las llanuras heladas y el Mar Blanco,
que ya sólo evocaban los viejos moribundos
y el Sueño, que es eterno.
Alzarían Tenochtitlán, el Cuzco
y el enigma silencioso, Tiahuanaco,
en la isla de Pascua graves rostros
que contemplan todavía su gran marcha;
otros, sin embargo, volverían
al corazón de las selvas y al olvido,
como los muertos al pasado,
al país de la cuna y de las tumbas.
Mañana, todavía, aún faltaba,
nuevos extranjeros alzarían
ferrocarriles, calles, edificios,
calendarios regidos por el sol y no la luna,
venidos de otros Beherings y otras fechas,
en nuestras claras ciudades, oh ingenuas tierras,
seremos siempre dobles:
uno solo y muchos, hombres de ninguna parte.
© Luis Benítez
6 Comments:
Poema para tomar conciencia, para el no-olvido.
Un abrazo Gus.
Dicen que sólo el medio por ciento de los hombres y mujeres hacen la historia, pero cuánta historia han hecho y hacen habiendo nacido y evolucionado como una de las más frágiles criaturas. Leer es celebrar la memoria poética de Luis Benítez.
Que cósas tiene la mente, a medida que leía tu poema inmediatamente, no sé por qué, me llevó al otro extremo, nada que ver o sí; me llevó a recordar Los Arpedres de Michaux,(los hombres más duros e intransigentes que una una vez arrojados a los perros no los consideraron duros en absoluto y pidieron más)y sin querer agradecí que una cosa llevara a la otra y que las dos fueran dignas de leer y releer.Me encantó este texto Luis, un abrazo.
Liliana Chavez
Celebro tu palabra.Intensa manera de recordar en cada párrafo que leo. " la conciencia" Gracias!!Felicitaciones!!
Luis: Tu poema es una poética pintura de una historia y una geografía que es tan nuestra y a la vez tan ajena...
Felicitaciones y un fuerte abrazo
Maria Rosa Leon
Qué poema bello, querido Luis. Leerte es reflexionar, tomar conciencia, aprender y aprehender.
Un abrazo y mi cariño
Analía
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