Prosa de Cristian Gentile
Sigues
Sigues en mí.
Sigues buscando al héroe de tus historias. Sigues firme tu camino, aunque no lo veas.
Sigues pidiéndome que sea el valiente que habita en tus sentidos. O el caballero hidalgo que surque tus cuentos de fantasía. Me buscas y yo no logro salir a tu encuentro. Eres quizás demasiado plena para tan débil servidor.
Tienes todo para dar y lo das todo. Yo soy alguien simple, que no desea perder, y que teme a ganar.
Y a pesar de lo poco que te ofrezco, lo poco que hay en mí.
A pesar de que no te importen las lágrimas que puedas derramar o la cordura que puedas dejar de sostener.
Sigues arrojando sogas al abismo.
Sigues pegando los cristales rotos.
Sigues atando los pedazos que quedaban de mi exánime dignidad.
Persistes en convencerme de que aún hay un sentido. Y yo solo puedo decirte ¡Qué pobre he sido de ti!
Cada frase, que ojalá te dijese, huele a desencuentro y tiene sabor a despedida.
Nunca tuve sangre, debí hurgar centímetro a centímetro en mis venas, para conseguir un tanto de hombría.
Nunca te merecí lo suficiente, aunque te he querido demasiado. Aunque todavía tengo fuerzas para querer.
Sigues enebrando consejos que me ayuden a salir de tantas prisiones. Sigues viviendo en mi cabeza, y latiendo en mi pecho. Estoy cansado, ya casi vencido. Cada tramo es el último. Es tanta la angustia como difícil resulta ocultarla.
Sigues sosteniendo mi mano con tus palabras, sabias sugerentes.
Rezas nobles pero vanas razones, para circunstancias lejanas y ajenas. Sigues haciendo lo posible en los momentos que claudican mis esfuerzos, en que vivo muriendo.
Ya aléjate de este infame perdedor, ya no intentes curar heridas que no causaste. No dejaré que el egoísmo gane otra partida; brilla en otro firmamento, hermosa, que no te rendirás y yo ya he caído.
Sigues tratando de arrancarme una sonrisa, mientras no soy capaz de escuchar. Mientras no deseo ver. Sigues paseando dentro mío, como en un día de campo.
He convertido tu paraíso en un apocalipsis y todavía insistes en salvarme. He retornado a tu mundo como un eclipse fatal y todavía pretendes que convierta en agua el aceite.
He escapado de todos mis días y todavía quieres acompañarme hasta que anochezca.
Sigues allí, perdonando mi indiferencia, porque sabes que es amor, a mi manera. Sigues así, porque es tu bella naturaleza, de lograr lo que te propongas, de hacer comienzos los finales.
Y sigues en mí, porque jamás podría caminar y verte del otro lado de la calle. Eres una filosofía, que tal vez consiga hacer de mí un auténtico ser humano. No sé quién soy, ni como tu sí lo sabes.
Sigues brindando tu hombro, y yo no puedo más que apoyarme en él.
© Cristian Gentile
3 Comments:
Cristian,
muy conmovida por este canto desesperado que nos brinda tu alma, la transparencia de tu pensamiento, que se vuelve en contra de tí mismo, la falta de confianza, y a pesar de todo, la salvación por el amor, la única "filosofía" que finalmente nos reivindica y nos humaniza. Felicitaciones y avanti!
Un gran abrazo
Elisa Dejistani
¡Muy bello y conmovedor tu canto, Cristian!
Y ese cierre tan tierno... "sigues brindando tu hombro..."
Felicitaciones y un fuerte abrazo
María Rosa León
¡Realmente conmovedor!
Por favor, recuerda que si quieres publicar en Gaceta Virtual no tienes más que comunicarte conmigo en gacetaliterariavirtual@gmail.com
Gracias
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