Poema de María Elena Tolosa
Sólo veía el pasto
y las ramas que crecían como niños sanos.
Se levantaba de la mesa,
temblaban los muros con el estruendo,
los cerdos osaban el verde
comiéndose las manos de los niños.
Podaba el laurel
con la gastada piel de sus manos en sangre,
y la envejecida reja se abría
como un útero expulsando vida.
Los domingos se inmolaba
en su sacrílega misa.
Después, apilando ladrillos,
se arreglaba el pelo.
Por la noche el pasto se cubría de rocío.
Nadie lo sabía.
Se desorbitaban los ojos de mi padre.
© María Elena Tolosa
6 Comments:
gus querido gracias por publicar mis poemas todos los meses me das esta alegria que no se como pagar y solo te digo gracias, que siempre este contigo la estrella brillante del amory la mano tendida de la amistad
un abrazo enorme
maria elena tolosa
David Antonio Sorbille dijo...
Un poema que conmueve. Notable!
La reja que se abría como un útero expulsando la vida... ¡Que maravilla de imágenes, tu poema, María Elena!
Felicitaciones y un beso grande
María Rosa León
me encantó este poema, María Elena, gracias!!, un abrazo, Roxana Palacios
Durísimo poema Ele, con imágenes violentas y precisas. Una maravilla surgida del dolor. Un abrazo, Fabiana
Cuánto dolor. Cuánta poesía. Solo una gran poeta puede lograrlo.
Te abrazo fuerte
Alicia Perrig
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