Poema de Cristina Ramb
2 de Noviembre
No puedo nombrarme en este espacio
este silencio que engangrena mi boca
esta humedad que amohoza mis uñas.
Olvidé las letras bajo un cielorraso
estrellado contra mis pupilas.
Hay una tumba con huesos
que fueron mi regazo
con restos de alguien
que me amó de veras.
¿Quién soy entre estos libros de poemas sin madre?
en las lágrimas disimuladas en la salas de espera.
¿Dónde estoy cuando llueve y no hay barro en mis botas?
cuando el alba lacera las entrañas de la noche
y apenas he logrado disfrazarme de sombra.
No puedo nombrarme en esta ausencia
mientras guardo escorpiones debajo de mi almohada
para seguir despierta
para besar con lujuria el vidrio del retrato
hasta tragar la foto lejana y ajena de mi cara.
¿Cuándo vuelvo al deseo?
si naufragan los peces
y los gatos comienzan a caerse de espaldas.
Y esta certeza:
Mi nombre y yo no somos las mismas circunstancias
apenas somos fragmentos diminutos
un tiempo
atravesado por la flecha siniestra
del amor y la nada.
© Cristina Ramb
Foto: Gustavo Tisocco
8 Comments:
Muy bueno Cristina!
Un placer leerte
Saludos
Qué buen poema... uno de mis favoritos!!... y todavía sangra. un gusto tenerte tan cerquita!. Besos
Me parece no habertelo escuchado Cris, es un bello poema, muy bello.
Un abrazo.
Lily Chavez
Hola Cristina, este es un verso con garras, como salido desde las vèrtices de las propias vísceras, y paradòjicamente, parece ser una probable respueta al poema de Josè Manuel Solà. Increible.
Abrazos
Andrea
Cristina
magnífico texto, enorme el sentimiento que transmite. Eres una poeta con mayúsculas que sorprende en cada nueva página. Como siempre, me alegro de tenerte cerca, de ser tu amigo y de poder encontrarte en el maravilloso mundo de la poesía. Eduardo Chaves.
Ese ritmo interno de tu poema, tu boca, de la palabra el eco que no me deja pensar, sólo sentir, sentir, sentirlo.
Sensiblemente, Fanny
Querida Cristina , sigue guardando escorpiones debajo de la almohada , si son ellos los que te susurran al oído poemas como este .Hermoso Leonor
Un poema fascinante que, con fuerza arrolladora, nos retuerce el sentimiento como si fuese un cogote y nos hace feliz por tanta belleza. Gracias.
Jorge Luis Estrella
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