12.1.10

Poema de Eduardo Dalter



La joven mujer de
.... labios finos
.... apretados
y grandes anteojos
.... me mira
.... y me increpa
entre el gentío que
.... viene
y va en Penn Station
.... y me amenaza
con regresar hoy mismo
.... a la Argentina.
Ya subiendo la escalera,
.... ya subiendo
la voz y uno y otro
.... brazos agitados...
La joven mujer de
.... rizos
en la frente y sudor
.... frío
no cree en lo escuchado
.... en el día de hoy,
en el día de ayer
.... ni en los escritos
de Joseph Morgan
.... sobre vidrio,
.... en la esquina.
Va por complacerme,
.... viene por ir,
va por volver (amorada
.... y desamorada),
.... la mujer
a la que el humo
.... de la ciudad
le dice siempre
.... otra cosa
y le da otra señal
.... (del cielo,
del agua y de la
.... tierra),
quiere dejar su firma
.... en aire
indeleble, en tiempo,
.... y las huellas
de su origen de
.... Aguapey,
ante mí como testigo
.... en Penn Station,
del trajín febril
.... y la razón capitalista,
que no aclaran, no
.... vuelven
y no cesan.

© Eduardo Dalter

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Eduardo:
Me gustó mucho este poema...cuenta una anécdota con mucho ritmo, brillo y "ese tono", muy tuyo, observador e intuitivo para escribir la realidad tan poéticamente!
Abrazo!
Montse Bertrán

15.1.10  

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