Poema de Gabriel Impaglione
Los duendes de la harina en la ronda
fértil de las manos
cuelgan guirnaldas en la casa,
atizan el crepúsculo del horno
para cobijar la pura bandada del pan,
sus mil abracadabras,
rigurosa esencia de la luz
que gobernará la mesa.
Viene del profundo corazón del hombre,
viene con el hijo,
viene con la palabra muerte
rota entre las piedras del camino.
Llega de la tierra y el agua
y el viento prendido al canto de la aurora,
se hace tangible en el rito
de nube constelada
que funda su estructura,
crece donde el fuego ha dejado
roja plegaria adherida al tiempo.
Crepita en las canastas de la algarabía
para repartirse luego, de mano en mano.
© Gabriel Impaglione
2 Comments:
Gabriel. tu poema es bellísimo. Y me ha llegado tanto que he tenido la necesidad de leerlo en voz alta.Es tu poesía, tierna, crocante, elevada,como el pan.Gracias por compartirlo y compartirla. Te felicito, te saludo, María Paula Mones Ruiz
Me gusta la historia, pero me encanta aún más la música de tus versos
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