Poema de Alicia Márquez

SOPA DE TORTILLA

El caldo debe crepitar,
sobre todo,
porque la arracacha no es mansa.
El plátano se cocina
aunque no quiera,
y después se amasa suavecito
y se corta en pedacitos.
Las papas, que esperan pacientemente
se vuelven locas de alegría,
como Esther Williams,
sumergidas en el caldo.
Hay que cuidar el estilo,
y que no se desbaraten.
Después, se agrega una tímida
tortilla de maíz
y se deja que suelte el hervor,
aunque es muy difícil que éste se suelte.
Se queda agarrado de los bordes
de la cacerola.
Volvemos con el plátano,
lo ponemos de cabeza en la olla
y nuevamente le rogamos al hervor
que se suelte.
El perejil y el cilantro, verdes de envidia,
esperan para coronar la sopa.
Y ahí van.

© Alicia Márquez