Poema de Edna Pozzi

VIOLETA PARRA

II

No hay pan caliente ni aceite
ni siquiera historia
en este país de espinas verdes
y de costas alzadas de gaviotas

Años que la tierra no huele bien
con el antiguo olor de las vides
que vi una tarde en el valle del Elqui
cuando buscaba los pequeños huesos de Gabriela
y cruzaban entre las piedras
lagartos de cabeza fina
y ojos antiguos

No hay manera de escapar al vacío
hablar de antepasados
o de buscar tumbas
que guardan ramos de cohiüe
y están como calladas
con sus frágiles cruces de algarrobo
y la corona de papel pintado

¿Acaso alguien pregunta
por el desierto de Arica
y los pálidos hombres de Temuco
que se beben el sol y los duraznos
y las espinas verdes
y el terror de los finos lagartos?

Ah, Violeta, no escuches
otro fragor que el de tu propia sangre
Nadie te va a decir cómo es el canto
garza chilena, sucia capitana
nadie convocará palabras y suspiros
que huelen a madera
y a fusiles
Nadie vendrá en la harina
ni en el barro de los cántaros
ni en la loza frutal del mediodía

Sola, tan muerta,
tan del lila al violeta,
tan pequeña,
tan estallando, al fin
tan madre nuestra

© Edna Pozzi