Poema de Irma Ruth del Ángel del Ángel
RECUERDOS DE ARENA
Recuerdo poco de mi niñez
el gato gris dormido en la ventana
las voces cercanas de niños jugando en la calle
una silla con barrotes de madera y mi nombre inscrito en el respaldo
el trozo de soga que ataba mi hemisferio izquierdo.
De mi niñez, recuerdo muy poco
Santa Claus vestido de papá
el zapato blanco de charol que hurtaron los Reyes Magos
las canciones de crí-crí en la radio
mi cabeza rompiendo la piñata de cumpleaños
las figuras monstruosas que formaban las ramas
del viejo mezquite con luz de luna
reflejadas en la pared de mi cuarto
unas aves de papel colorido, que colgaban de las vigas del techo.
Recuerdo, cuando un día de mi niñez, las aves de papel colorido
salieron por la ventana y alzaron el vuelo hacia el desierto.
Hoy, de la ciudad de mis seis años; pocos recuerdos quedan
la vocinglería del vendedor de globos en la plaza
el sonido del silbato del afilador de cuchillos
el pregón de la marchanta - que parece no envejecer- en el mercado
el tañer de las campanillas del carrito de paletas
el polvo del desierto que llega todos los años en febrero.
Hoy, en la ciudad; que ya no es la de mis seis años
pude ver, como las aves de papel que un día se fueron
han regresado a posarse en mi ventana; convertidas en buitres
con sus picos llenos de arena del desierto.
© Irma Ruth del Ángel del Ángel
4 Comments:
!excelente!
La vida que nos devora la magia.
Besossssssssss
Lo que queda cuando los recuerdos de la niñez nos abandonan...
¡Muy conmovedor tu poema, Irma Ruth!
Aplausos y besos
María Rosa León
Los recuerdos de cuando éramos niños nos acompañan para equilibrar algunos buitres de la adultez.
Muy logrado. Me encantó.
MARITA RAGOZZA
Qué poema. Me conmovió el juego con las aves de papel que colgaban del techo, luego se escaparon por la ventana y finalmente regresaron en forma de buitre, como símbolo de muerte. Hay diversas connotaciones en este poema :desde "el trozo de soga que ataba mi hemisferio izquierdo" hasta ese sonido del mercado asistimos a un mundo real y a la vez simbólico, donde el paso del tiempo se narra con naturalidad, como si siguiera tratándose de la mirada libre de un niño, y a la vez hubiera por detrás la dolorosa desilusión del adulto. Excelente Irene Marks
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