19.9.10

Poema de Patricia Díaz Bialet


YO TENÍA UN NOVIO MUY PARECIDO A HUMPHREY BOGART

.........al hombre de flecha de imán húmedo

Yo tenía un novio muy parecido a Humphrey Bogart.

Cuando cruzaba las avenidas

los automóviles guiñaban desprejuiciadamente
y sonreían los transeúntes sonrisas de fieltro ahuecadas por la envidia.

Cuando miraba los periódicos bajo la lluvia de junio

los vendedores encrespaban sus cabelleras
y escondían a sus mujeres bajo los papeles de hielo de la escarcha.

Los mozos apuraban el paso como pájaros nerviosos

y volcaban el café sobre mis polleras
o respiraban cada vez más silenciosamente para poder observarlo
como a esos animales salvajes a los que no queremos provocar.

También yo detenía el movimiento de repente si él lo deseaba

y volaba en aviones nocturnos para poder llegar a oscuras a su departamento.

Era un novio imposible de conquistar.

Adiestrado para la vida infinita de la lejanía.
Documentado en los libros de rarezas terrestres.
Con ojos de pez fantástico nadando sobre mi estómago.

Bajo la música acalorada del verano

yo festejaba su traje negro y me refregaba los ojos.

Yo tenía la costumbre de enamorarme de aquel hombre
que sepultaba su razón bajo siete candados
y se esforzaba por comprenderme.

Alguien con tajos abismales y caricias ásperas como el contrapelo de los arbustos.

Un hombre de tinte aristocrático y popular.

Nada más que su cuerpo existía para mí.

Nada más que su boca sobre la caverna de la pasión de donde había salido.

Y mis gafas oscuras.

Y mis deseos de morir solamente para antes recordar su nombre de origen seco y colorado.
Pero así suceden las grandes amenazas de la vida.
Así las trampas con sus veinte dedos de pulpo hipnotizándonos.
Así los cuerpos que se contorsionan como un acróbata en peligro.
Así las temperaturas altísimas de la fiebre
que causa saber que esto también pasará y nos dejará a un lado.

Así los hoteles visitados con frecuencia que nos observan incómodamente

porque ellos también intuyen los lujos de la soledad que siempre nos acompañan.

Así los cafés servidos en la mañana fría

después de la pesadilla diaria de despertar a la incertidumbre.

Así la llave que sostuve

y la puerta entreabierta del cariño enraizado en el sudeste.

Así los ómnibus incómodos para las tertulias de la noche.


Así los poemas escritos con un lápiz labial

en el camino a casa en el otoño.

Así el recuerdo de un overall manchado por la caricia de mi voz

a través del viento de la avenida que da al mar.

Así los sueños inquietantes de la siesta

o la quietud con que logramos amarnos en menos de unos pocos minutos.

Así las cartas no escritas y pensadas cientos de veces.


Así los libros secretos de mi angustia.

Así los golpes inesperados que nos reserva el enemigo.

Así la valiosa noticia de su casamiento.


Yo tenía un novio muy parecido a Humphrey Bogart.


Un hombre con quien todas deseaban casarse menos yo.


Ahora sé que el valor de lo que nos sucede

no cambia a pesar de los años.

Solamente la cicatriz de la distancia nos impide volver.


Recuperar lo que creemos perdido

o resucitar a los muertos.
Solamente la melodía metálica de los demás nos prohíbe regresar
y tomar lo que nos corresponde.

Decir esto me pertenece.

Yo soy su dueña.

Pero no hay nada que hacer ante las ambiciones burguesas de los otros.

Nada que hacer en contra de la desesperación
que sufren en extremo ciertos hombres.
Nada que hacer ante el anhelo insuperable de los hijos.
Absolutamente nada que hacer.

Aunque lloremos a viva voz

o traguemos el dolor como la bebida amarga de los marineros.

Aunque reanimemos a los moribundos

nada podremos hacer en contra del destino.

Ayer he visto por última vez a ese novio

tan asombrosamente parecido a Humphrey Bogart.

Y lo único que puedo darle ahora

es el verso contundente de mi corazón vagabundo.

© Patricia Díaz Bialet

8 Comments:

Anonymous Milagros Rodríguez said...

No obtener lo deseado, prolonga el deseo en el tiempo. Excelente poema escrito con el trazo del oficio!!! Un abrazo Patricia. Milagros

19.9.10  
Anonymous Anónimo said...

Contundente!!, que buen poema Patricia, lo disfruté en su totalidad.

Un abrazo

Andrea Álvarez

19.9.10  
Blogger Susana Lizzi said...

Excelente.

19.9.10  
Anonymous Anónimo said...

¡Genial, Patricia! Se me ocurrieron tantas asociaciones con tu poema y caí en mil lugares comunes como "todo tiempo pasado fue mejor" o "nada es para siempre".
Pero en realidad tu historia tan minuciosa y vívida me retrotajo a algo que escribí no hace mucho y que viene de algo de los latinos de antaño: SIC TRANSIT GLORIA MUNDI.
Y una última acotación: creo que en la adolescencia todas estábamos enamoradas de Humphrey Bogart. Pero ninguna lo hubiera escrito como vos.
Aplausos y besos
María Rosa León

21.9.10  
Anonymous Anónimo said...

David Antonio Sorbille dijo...
Un poema fenomenal Patricia. Un abrazo.

21.9.10  
Blogger Leonor Mauvecin said...

Hermoso y conmovedor Un abrazo Leonor

24.9.10  
Blogger Marta Raquel Zabaleta said...

Si es cierto, ya le has dado bastante, por no decirlo, todo.
Hasta su sombra hecha poema.
Guárdate ahora de esa sombra..
Saludos
Marta

24.9.10  
Anonymous Anónimo said...

Hace tiempo no leía algo tan nostalgioso y a la vez tan bien enmarcado en el presente. Excelente poema, gracias
Julio Carabelli

24.9.10  

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