Prosa de Ana Guillot
Lleva una piedra negra entre los ojos. Se mueve y danza, en avances y tonos neutros. Permanece en la piedra. La desoladora la invade. Negra peste de Troya. Escudos y fantasmas que merodearán en su cerebro, en los recovecos sutiles, en la tarde de cal, en la sombría lasitud.
Alucina Casandra. Ve incendios y preñeces. Ve a Caronte llevándose a sus muertos. Ve la laguna y en ella los cráneos, las quijadas de a miles, dedos y pulmones. Un río de negrura también entre esos ojos. No quiere. Por eso baila, gime, se consuela.
-Es la serpiente- dijo el dios.
Es la serpiente lo que gira con ella, se come su esternón, le invade las piernitas flacas, la boca desorbitada, la sed.
-Es la serpiente- dijo dijo volvió a decir el dios.
Y ella, laberíntica y crucial, en el desfiladero, no pudo saber que ahí estaba su poder.
La distancia entre la cárcel y el don. La distancia entre ver y anticipar. Es sutil la encrucijada, siempre. Hacia un lado o su contrario. La distancia entre el pensamiento y la definición.
Ella teme ese pasadizo, ese aparente desorden, la erosión del vientre, su cautela. Ella teme el instante. Y la postergación. Mientras, danza en la ambigüedad, en la desviación. En el misterio.
El dios estuvo afuera (alguien había, alguien había), mirándola, incestuoso. Deseaba sus pechos de pequeña. Amaba su desolación. Hubiera dejado de ser quien es para abrazar su talle, para mentirle (aunque fuera) las bondades del mundo.
El dios estuvo afuera (alguien había, siempre alguien estuvo ahí) -Es la serpiente- repitiendo.
No cabe en su osamenta el brillo bífido, la piel del animal encaramándose.
Alucina Casandra. Tiene fiebre y sed.
La estremece la lluvia. Permea su túnica se detiene en la hilacha del cuello corre por la espalda, lagartija pequeña, fina. Casandra es una niña que se acurruca en el abdomen de la tierra, que comulga lombrices y epitafios. Sorbe la tierra húmeda, la devora a raudales. La estremece esa lluvia, piensa que es un diluvio de la raza. La madera del arca reproduce a un caballo; regalo de los aqueos, que se han ido. La estremece la lluvia a la niñita; el ojo no para de decir, el ojo traspasa la sustancia. Adentro están los griegos. Entonces no se fueron (piensa) no se irán. Sobándose las piernas, crujiendo sus testículos. Soeces en su salsa. Atuncito enlatado. Silenciosos. El ojo traspasa la sustancia. Se desplaza en la noche funesta. No se han ido/no se irán sabe la niña. Y se come la noche, el estallido de un relámpago se come. Tanto saber para que no le crean. -No me vengas con ésas- le ha dicho/le ha de decir su madre.
En el pliegue del abdomen de la tierra la niña, la niñita, se traga los oráculos junto con los gusanos, larvas de mariposa. Promesas que no habrán de saber, ni ver la luz del sol cuando ella crezca. Cuando sea esta mujer hermosa, virgen en el destierro. Cuando navegue y Agamenón vomite el mundo. Cuando llegue a la orilla extranjera y el crimen se consuma.
Consuela saber que no será ella quien se manche los dedos. Clitemnestra no da la cara, pero acecha en el umbral. Tiene una múltiple paciencia. Y una venganza de sexo femenino. Morfología del vientre y de las cosas.
© Ana Guillot
11 Comments:
Hago mal en decirlo? pero es la verdad...por falta de tiempo generalmente cuando entro a la página no leo prosas o poemas que sean tan largos, pero me enganché desde el primer renglón con esto y me encantóoooo. Felicitaciones.
Lily Chavez
Muy bueno, mantiene la atención desde el principio al fin...Me encantó...Any
Impecable narrativa para admirar!
Abrazos
Susana Roberts
Múltipes elementos se conjugan, la piedra, la serpiente, el mito griego, lo femenino en unón con la profecia de CAsandra . . .
Grandiosidad en esta prosa que fascina. Felicitaciones.
MARITA RAGOZZA
Destacable narrativa, lo compartiré esta semana en mi espacio de radio.
Un placer leerte!!
un cariño
www.amlibertad.com.ar
De lunes a viernes de 14 a 15hs
Bellísimo texto, preñado de metáforas y alusiones. Homero reescrito con la magnificencia de la mujer-poeta, que ve y va más allá de las palabras y las cosas. Muchas gracias. Un beso. Adriana Maggio
Estupendo, estupendo, estupendo. Soy fanático del mito de Casandra y ésto es lo mejor que he leído al respecto.
Jorge Luis Estrella
Sé que tu poética y la mía son bien distintas, no obstante soy de los que creen a la manera de Lezama Lima, que la "Poesíaenserio" no acepta una discriminación por inferioridad Se tiene o no el don, y vos Ana, lo poseés a full. Muy bueno tu poema!
Ay, gente querida. No saben cuánto me ayudan estos comentarios. Estoy escribiendo una larga prosa con estas bellas griegas, así que todo lo que dicen me entusiasma. Muchas gracias, de verdad.
Usted, señora, se merece estos comentarios y muchos más porque, evidentemente, su prosa es muy buena.
Como nos decían en el colegio: "Sigue así" (no sé por qué nos trataban de tú, ridículamente).
Un abrazo grande,
Alicia Márquez
de nuevo mi agradecimiento para ustedes. casandra salta feliz. (ana)
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