Prosa de Ana Guillot
Casandra no atardece en los eclipses. Cuando padre y madre copulan, ella repta ligera y voluptuosa. No le teme a la escasa figura de la noche, ni tiembla su incandescencia ni nada. Hay mar de sobra, y en él están los griegos. Las naves se sumergen como ojos hambrientos, como lobos que alimentan las pezuñas y el gris. El eclipse se huele. No es necesario ser profeta para concentrarse en la matriz del verde. Basta con observar. El ritmo de los astros. Ellos delatan el ángulo de rotación, la efervescencia o la oquedad de su carne. El bosque o los montes vociferan el oscurecer de cada fragmento de luz, como un imán que desnutriera los ojos y dejara a los humanos temblando.
No es Zeus, ella lo sabe. Hay algo más que arde en el misterio. No es Dionisos ni es Apolo, ella lo intuye. El movimiento del mundo no es arrebatado ni capcioso. Hay un orden allí. Hay una música.
© Ana Guillot
Pintura: Juan Fernando Cobo
5 Comments:
Bellísima recreación de esa Casandra, tan antigua y tan actual.
Felicitaciones, Ana, y un beso grande
María Rosa León
Me gusta lo que leo y lo que intuyo y siento a partir de eso tan bello que leo. Felicitaciones poeta!
Magdalena Guerrero
Muy bello! Buen manejo de la pluma, tema lenguaje, ritmos y todo lo que incluye "de la pluma".
Una sorpresa gratísima en medio de mi "mediatarde".
saludos
Felicitaciones un excelente trabajo literario!!!
Genial
Abrazo
Alicia Perrig
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