20.4.08

Prosa de Alejandro Mauriño


EL INNOMBRABLE

Todos los tiempos han sido míos.

Fui astrólogo maya, osado fenicio del Mediterráneo, discípulo de Confucio en una lejana China heroica. Si mujer, Corina, Safo, Hipatia y una bruja en la hoguera.

Si filósofo, Sócrates en el ágora y Séneca cortándose las venas.

Escarnio de los galileos, fui el asesinado Juliano Augusto. Si médico, Hipócrates y Laureano Maradona.

Pasto de la Sacra Inquisición , tan perseguido por los perros del Papa como por los esbirros de Calvino, Etienne Dolet y Primo Levi son mi memoria.

Surqué mares ocultos, pensé y promulgué leyes. Suscribí versos a la luz de un candil de aceite junto al ánfora de vino, en Nisapur.

Inventé la rueda y la máquina de vapor. El acero y la flecha nacieron de mis manos. El violín es mi hijo. La brújula, mi ara.

Navegué el espacio y conquisté la luna.

Shelley fue mi amigo en Oxford; Voltaire en su exilio; Faure en la tribuna ácrata; Salman Rushdie en la clandestinidad.

Oscurecí la hierba como la sombra de Li Tai Po, solitario junto al arroyo de los seis ociosos.

Fui la palabra despreciada pero exacta. La idea. El clavo de madera en la madera. La luz de un fósforo en la cabaña, bajo la tormenta.

Fui y sigo siendo, interminable.

Soy el hombre libre.

Soy el ateo.

© Alejandro Mauriño

2 Comments:

Blogger Gustavo Tisocco said...

Como un Gilgamesh y el recorrido de los tiempos.
Un abrazo Gus.

20.4.08  
Blogger María Rosa León said...

Muy bueno tu viaje libre por el tiempo y el espacio. Es uno de los privilegios del poeta.
Felicitaciones y un cari�o grande
Mar�a Rosa Le�n

20.4.08  

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