14.7.09

Poema de María Amelia Diaz


ELEGIA POR LA CONFERENCIA DE BERLÍN 1884/5

Bajo un friso de máscaras que esconden
las llagas pálidas del deseo,
es silencio el tambor inocente de la noche.
Fraguada en la palidez de la magnolia
la piel traiciona los colores
con la pólvora que ilumina la escena,
fraguada en la palidez de la magnolia;
siempre pliega sus alas en Europa
(Europa tan doncella, tan hermosa y tan blanca)
porque no fue inocente que el ave de rapiña y los felinos fueran sus escudos.

(Sí, hablo de Europa, la doncella tan blanca y tan rapaz)

Es su piel que abrió las fauces,
que usurpa el mundo y sus colores,
todo le pertenece a Europa por ser tan blanca y tan historia:
la memoria y la lengua, la religión y las cosechas,
y la piel de los pueblos,
porque todo lo que no es blanco es salvaje,
oficio de brujos
donde duerme el talismán de las sombras.

Y hay que desollar un niño oscuro para salvar al mundo
y guardar los restos del festín
en un sarcófago pirata
fraguado en la palidez de la magnolia.

Luego, colocar en el altar al ángel,
blanco también y lanza en mano,
con la cabeza raída vuelta hacia el costado.

(Sí, hablo de Europa, la doncella tan hermosa y tan blanca;
la del rapto)

© María Amelia Diaz