Poema de Mirna Celis

Testigo

Los caballos del mar azul
galopan en el alma del alba.
No puedo precisar el instante en que los vi
en su agitado trote.
El viento me sopló la cara y alcé los ojos
para ver su destino o imaginarlo.
Una llanura blanca y transparente
con un velo de flores amarillas
tapizaba el horizonte.
Mariposas blancas cabalgaban sus lomos,
las crines en sus alas eran finas sedas
guiadas por la brújula de su sabiduría en vuelos.
Los arroyos eran ofrendas de agua circular,
el universo líquido saciaba las bocas
enloquecidas de sed a sueño cercano.
Las venas latían la tierra y el sudor contorneaba
un arco iris luminoso que abrazaba sus cuerpos.
Aquellas figuras fueron enigmas ante mis ojos,
ambas se desdibujaron de a poco.
Solo sentí una cálida lluvia en mi rostro,
el perfume a rosas lo llenaba todo.
La certeza danzaba sobre mis pies mojados.

© Mirna Celis