23.4.10

Poema de Álvaro Olmedo


AL FINAL
LAS NO RAZONES


aceleró el tiempo que estremece el latido
las estrellas se acercan hasta abrigar la piel
las retinas echan fondo en sus pares
entonces

cuando la naturaleza se impone en rocío
llegan las razones
........desequilibro de mármol
con el vandalismo del que no ama
........¡malditas!
juicio que mutila reinos y poemas
rancia verdad de los viejos
justo cuando el palpitar estalla de juventud

........nadie quiere cambiar las mareas
........pasa que a veces
........una lágrima
...............se atraganta en el silencio del borde

quebrar la monotonía de las razones
siglos
una eternidad de querer ocultar lo que florece
arrancar las mariposas de la entraña
descuartizarlas de a una
mortificarlas hasta
nunca más el vuelo
entonces
¿qué será de las rosas blancas de Federico
si sus ondas de seda calcinadas? ¿quién recogerá
los pétalos? ¿quién
suavizará el temblor de estrellas? ¿qué del crepúsculo?

la oración se clava .. puñalada de noche
más tarde
el rocío del alba

© Álvaro Olmedo

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

"una lágrima se atraganta en el silencio del borde". Absolutamente exquisito.

Bello poema.

Un abrazo,

Alicia Márquez

23.4.10  
Anonymous Anónimo said...

Por suerte aún nos queda la poesía como resistencia, como trinchera, como parámetro.
Abrazo
Alicia Perrig

24.4.10  
Anonymous Anónimo said...

Es tu palabra ese bocado que uno no quiere terminar y deja saborerar lentamente....y después de disuelto nos deja la sensación de haber estado. Un abracito amiguito.


angulo seis
LIly

25.4.10  
Anonymous Anónimo said...

me encantó leerte... un abrazo

Shirley V

25.4.10  
Anonymous Anónimo said...

"¿Quién suavizará el temblor de estrellas?..." Sin duda alguna, el poeta, Álvaró.
Muy bellas imágenes, muy bello poema.
Felicitaciones y un gran abrazo
María Rosa León

26.4.10  
Anonymous Anónimo said...

Quiero agrader a todas las que nos alientan a seguir en estos intentos siempre injustos.
Quiero agradecer a los militantes de la palabra: a Lily, a Gustavo por permitirnos estos placeres tan parecedos a los del paraiso. Aunque creo que ahí no llegaré nunca, mi imaginario me dice que así debe ser.

Álvaro Olmedo

25.5.10  

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