Poema de Edna Pozzi

VIOLETA PARRA

III

Así se puede contar cómo fue aquella mañana
en que arrastrada por caballos
y entre voces de llanto y de miseria
llevaban la delicada muerta hacia el olvido

Así es posible que se entienda
porqué el atúd estaba lleno de pinzas de cangrejo
y de pequeños íconos sin risas y sin lágrimas
Así se puede contar que había un viento fuerte
que despeinaba a los funcionario
y volcaba la sal en la solapa de los verdugos

Así es posible explicar
por qué no concurrieron los muertos
ni el cura de la Asunción
y la difunta triste pesaba
como un bosque de pinos
como una muñequita de alabastro
con los ojos vaciados

Así se puede contar cómo fue aquel cortejo
sin púrpuras ni ofrendas
sólo el caballo negro
en la tierra feroz
Sólo ella, la Violeta
sin amantes, sin padres, sin testigos
subiendo al pueblo en su mortaja
tan lacerada y fiel
pobre Violeta, pobre flor de lapacho
tan cenicienta, tan muerta de cuchillos
tan chilena y tan grande de muerta
tan espantosamente muerta
y tan sola, la extraña, la violeta,
la cantora, la fúnebre cantora
con el pelo clavado en la cintura,
la desgraciada niña de las losas,
la suicida,
pobre, Violeta, pobre,
tan demasiada harina, tan ilustre
tan deshecha de amor
tan increíble con su muerte espesa
tan vieja y tan naciendo de costado
tan perdida, tan ancha
tan Violeta.

© Edna Pozzi