Poema de Luis Benítez
Japanese food
Cuál es su nombre usted era otra antes
Y ella se alegró de que hubiese alguna diferencia
Carmen López y usted es el primero que lo pregunta
Tomó mi sombrero y aquel ridículo impermeable verde
Que tanta gracia te causaba
(Aunque fuiste vos quien me lo regaló, en el momento
de abrir aquel paquete lo habías olvidado)
Mal de Simmons o de Porter o de ti,
Me dijeron un nombre y lo he olvidado
Carmen López me llevó hasta tus habitaciones
Donde sonreías entre cajas de pizza
Vacías, tiradas por el piso, o colocadas
Como si fueran pañuelos de batista
Sobre los mismos muebles
Que trajiste al abrir la casa
Esa casa que parecía haberse cerrado sobre vos
Sabía que habías engordado mucho
Alguien me dijo
“ha engordado mucho”
y lo siniestro era el tono
de “a mike le amputaron ambas manos
no mires mucho sus ganchos” del discreto
Y yo luché con tu imagen repetida miles y miles de veces a tamaño natural
Y en todo el mundo colocada en la puerta de las casas de artículos fotográficos
La del traje de baño y la sonrisa
Una chica de marca me miró con tus ojos detrás
Muy detrás muy adentro de tu figura como una silueta perfecta
Encerrada todavía en su bloque de mármol
Eso no era tan malo: yo no perdía de vista a la chica
Y Carmen López jamás la había conocido
Lo que me entristeció fue que tomaras la caja de pizza más cercana
Y me invitaras “japanese food” moviendo malamente tus labios
Que parecían tan pequeños en tu cara
Por jugar y por distraerte o por decirte algo
Te enumeré las ventajas que había en incorporar
La narrativa y mejor todavía la descripción
A los viejos arpegios de la poesía
Ahora que la prosa desdeña sus métodos y las fronteras
Entre los géneros levantan sus barreras
Para que pasen las mismas palabras de uno y otro lado
Las manos a la nuca y trotando
Apresuradamente por el puente
Apenas intercambiando rápidas miradas de inteligencia
Y gestos de saludo en la mitad
Aprovechando la fingida distracción de los guardianes
Pero corriendo
Corriendo siempre al otro lado
Japanese food comimos luego
Momentáneamente en silencio
Y sentí que masticaba tu imaginación
Y que su gusto era bueno
Y que ya no pesabas sobre mi corazón
Como al comienzo
Edgar Allan Poe decía lo de las campanitas y decía que no existía
tema más triste que la muerte de una mujer joven y hermosa
Querida
No es ligero ni frívolo ni estúpido decir
Que en nuestro tiempo la muerte es la gordura
© Luis Benítez
8 Comments:
BRILLANTE, un dominio perfecto de la argumentación, solo dotes oratorias pueden llevarnos al final del poema para sorprendernos.
abrazos
Elisabet
felicito por la hilación narrativa, argumento que me ha sorprendido por su profundidad e imágenes. me encantó " pañuelos de batista", me trajo a mi madre. gracias. susana zazzetti.
Luis, prestidigitador que saca historias de las historias y siempre sorprende con su poesía mágica. Un lujo.
David Antonio Sorbille dijo...
Un texto fenomenal, Luis. Un abrazo
Luis
una historia que parece no tener fin, uno comienza a leer y luego el laberinto mágico de frases sorprendentes es un viaje que no dan ganas de finalizar. Muy bueno. Eduardo Chaves
Maradoneano poema cuyo efecto puede ser el odio masivo de la comunidad excedida de peso, hermano Luis Benítez.
Chapeau!
Tremendooo... Y divertido. Con un final inesperado y genial. Felicitaciones, querido Luis. Un abrazo.
Raro, atrapante y muy actual, Realmente me pareció muy lindo. Besos de Alicia Cora.
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