Poema de Luis Benítez
Underground New York
Arriba sopla el cannabis
El viento de la ciudad entre los que hablan solos
Y aquí abajo los trenes brillan y van y vienen
Por el cribado laberinto. La mujer negra borracha sola
A medias incorporada sobre el banco de la estación Lexinton
Le explica interminablemente al prudente policía
-Oigo apenas entre el bosque de sombreros que sonríen
Las blancas manos que aprietan sus carteras
Los impávidos latinos que como yo
Son bárbaros en la farsa de Roma-
Los detalles de una muerte –es su esposo un niño o su trabajo-
Que la llevaron al abandono de la recta vertical de su cuerpo larguísimo
Al charco que bajo el banco de la culpable se derrama. Al abandono.
Entonces la pequeña japonesa
-Dónde dejó la vitrina minúscula de su caja de música
El tu-tu absurdo como la envoltura de un bombón
A mitad de camino entre los agujeros de las medias de baile
Y la cara de la loca-
Hizo un rotundo croisse
Burlando con su pelo amarillo
Las mandíbulas verticales
Clavada en puntas de pie sobre el piso en movimiento
Un lago de los cisnes a toda carrera
Bajo el piso nevado de Manhattan.
Luego el vaso blanco de su delicado y dignísimo gesto
Entre saltos y reverencias y miradas a otra parte
Sin abandonar el otro lado desde donde no nos miraba.
Dónde estaba la pequeña japonesa
En qué salón de luces y de aplausos
Cuando en medio del vagón inclinó el tronco y la cabeza
Y extendió las manos de uñas despintadas
La boca torcida por su risa demente.
En el fondo del vaso sola como su alma la moneda.
© Luis Benítez
5 Comments:
EXCELENTE!...
dentro de las luces la demencia y su mundo circundante como si la moneda al aire cae en el sitio justo.
MUY BUENO LUIS!
LIDIACC.
si se me permite repetir digo "EXCELENTE" bravo, un abrazo Luis, Patricia Corrales
Un poema donde fotografias toda la fatal soledad de la gran ciudad, sin temor y con maestría te convertís en un narrador maravilloso. Felicitaciones, besos de Alicia Cora.
Una excelente fotografía de la ciudad alienada, Luis.
Aplausos, bises y un gran abrazo
María Rosa León
David Antonio Sorbille dijo...
Un poema fenomenal!! Un abrazo.
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