Prosa de Mónica Palla y Daniel Marino
arrastras una cruz ajena que siempre deposita su ruda materia sobre una espalda nueva agotado caes yaces te hundes con la cruz que te erecta nuevamente y te redime acusado de hereje sostienes un silencio que te culpa inocente cómplice sagrado no hay razón que la razón comprenda tu destino no debe ser justificado tu silencio no puede ser negociado tu palabra no puede ser descifrada cierras tus ojos vigilante y escuchas aquella música que al corazón estalla y al pecho frío perdona don de lúcida ceguera el blanco es invisible el cuerpo lo contempla arrojas lejos la pala tus pies son suficiente arado tu cuerpo suficiente desnudez tu vientre suficiente nido tu pupila dilata su mirada en la piel toda y en cierta subterránea claridad liberado de lo vano engendras esclavo de los tuyos guardas el secreto de las rotas cadenas tu palabra anónima voz encarnada no puede ser descifrada tu vientre escucha apenas susurros en verdad dolores del hombre cotidiano en verdad escuchas y padeces aquel imposible acto que a cada hombre atraviesa aquel inconcebible acto que nadie ejecuta ni conquista don recibido nunca dado
© Mónica Palla/Daniel Marino
2 Comments:
Prosa para ir más allá, para meditar lo que somos y por qué somos...
Un abrazo Gus.
Bella referencia a laa historia de ese Hombre que perdió un juicio y ganó a la humanidad.
Un cariño grande
María Rosa León
Publicar un comentario
<< Home