8.4.08

Poema de Antonio Azpeitia


VIAJE AL NILO 5000 años después

Remontándote en el viento,
entre brumas y nubes vas cielo.
Vuelas lejos, muy lejos a otras tierras,
de arena y fuego, de Mastabas huecas,
Pirámides mudas, ciclópeos templos,
faraones muertos, horizontes largos,
de desiertos secos,
de secas ciudades que duermen recuerdos.

Matarás los sueños que tuviste un día,
de distantes mundos, de un profundo oriente,
de vestales moras, almudíes llenos.

Cuentos que sacaron, de aquel libro viejo,
eran mil y un días...las mil y una noches de
infieles sultanes, de mirada torva,
huríes veladas de encajes y sedas...
Serrallos, Harenes....de alfanjes de hierro...
de traidoras dagas, de finos puñales.

El barco despierta de su largo sueño,
se acuna en el río...
su pecho de acero divide las aguas,
el Nilo se quiebra...
lleva en su joroba, motores y fuego.

Luego muy despacio, se aleja de tierra,
quisiera parece perderse en la niebla.

Atrás deja El Cairo, Luxor está al frente,
Asuán lejanía, Simbel queda al fondo.

El sol no amanece, se oculta en la orilla,
sus rayos de oro rompen los destellos.
Azules del cielo se vuelven bermejos,
ventanas de estrellas colgadas del cielo...
Dahaibas, Falucas, de velas enhiestas,
milenarias Garzas de blanco alabastro,
dibujan el agua, cruzando Jacintos,
abriéndole surcos al barro y al limo.

La proa del barco se envuelve en la espuma,
la corriente empuja en su ciega ruta.
El barco respira volutas de humo,
suspira cansado los cincuenta siglos.

La Luna se atrapa de su negro manto,
la noche enmascara los ruidos callados.

Arenas lejanas de la vieja Nubia,
se adivinan rojas de polvo salobre.
Se asoman despacio, se envuelven al aire,
se remansan dunas, fantasmas fugaces.

Hoy Columba tienes las alas muy blancas,
soñarás distancias perdida en la nada,
ventanas abiertas con los vidrios rotos,
el Africa negra llamando a tu puerta,
el aire caliente quemando tu cara,
el agua corrupta quemando tu vientre,
las manos de niños pidiéndote el alma.

Ciudades angostas de calles quebradas,
que asumen destinos de miseria y hambre,
con los mismos niños, con las mismas caras,
pidiendo limosna...nadie les atiende...
son molestas moscas, habrá que espantarlas.

Aún sigues soñando...que la tarde es larga, que
nunca se acaba, que un verso muy blando le suda
la frente...apagado el día la gente se duerme.

Languidece el Nilo, se ensancha y se pierde en
largas llanuras entre manchas verdes.

Vendrá el sol mañana al Valle de Reyes.

Dicen que no duerme, que se marcha y vuelve,
dios de los egipcios el Ra de la muerte,
que no duerme nunca, que es un rey de reyes.

Heliópolis llora su perdida suerte.

© Antonio Azpeitia

5 Comments:

Blogger Gustavo Tisocco said...

Bello homenaje con cierta melancolía por lo perdido.
Un abrazo Gus.

8.4.08  
Blogger Unknown said...

Himno al Oriente, a la belleza que todavía queda, que todavía queda en el ojo vizor del poeta. Aplausos. Julia del Prado

8.4.08  
Anonymous Anónimo said...

Hermoso poema que recrea un viaje en el espacio y el tiempo y evoca la historia fabulosa del muno egipcio. ¡Felicitaciones Antonio!
Un cariño grande
María Rosa León

9.4.08  
Blogger Elisabet Cincotta said...

Muy buen poema. Un placer leerte.
Elisabet

10.4.08  
Anonymous Anónimo said...

Muy lindo poema. Un viaje a lejanos horizontes,con su historia,
con sus bellezas y con algo de nostalgia. Un abrazo, Laura Beatriz Chiesa.

11.4.08  

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